feria de san isidro | vigésima primera en la plaza de las ventas

Festejo sin chispa y aburrido

  • Daniel Luque, David Galván y Álvaro Lorenzo se marchan de vacío

  • Encierro con cuatro toros de Torrehandilla y uno de Torreherberos, remendado con un sobrero de Ave María

Daniel Luque, en un derechazo al toro que abrió plaza.

Daniel Luque, en un derechazo al toro que abrió plaza. / reportaje gráfico: juanjo martín / EFE

El vigésimo primer festejo de la Feria de San Isidro pesó como una losa, tanto como a los operarios las gigantescas lonas que retiraron para que se celebrara tras el enésimo chubasco en Madrid. Lo que no sucedió el día anterior, en el que se suspendió con protestas por parte del público porque el ruedo estaba en pésimo estado debido a que no se cubrió.

El espectáculo resultó aburrido. Por un lado, la corrida que se estoqueó de Torrehandilla -el cuarto con el hierro de Torreherberos-, remendada con un sobrero de Ave María, dio pocas opciones para el lucimiento artístico. Toros sin chispa y con poca clase, a excepción del quinto, el mejor del encierro. Por otro, ni Daniel Luque ni David Galván ni Álvaro Lorenzo, que fue recibido con una gran ovación por su triunfo del pasado Domingo de Resurrección, en el que cortó tres orejas en esta plaza y salió a hombros, consiguieron dejar huella alguna.

Daniel Luque, con el que abrió plaza, abierto de cuerna, bajo, montado, largo y con movilidad, realizó un trasteo largo y correcto, que fue a más. Tras una serie con la izquierda y un cambio de mano cerró con luquecinas. Mató de estocada corta y descabello y escuchó una ovación, como el toro.

Con el cuarto, veleto y que embestía con la cara por las nubes, el lucimiento artístico para Luque fue imposible. Además, el toro se derrumbó tras un pase de pecho. El diestro sevillano despachó al animal de pinchazo y entera para ser silenciado.

David Galván se las vio en primer lugar con un astado corniabierto que acometió sin entrega. El gaditano, en una labor desigual, consiguió lo mejor en una tanda diestra. Mató al primer envite y fue ovacionado.

El quinto, un tío de 601 kilos, ofreció buenas embestidas. Galván, que lo recibió con una larga cambiada de rodillas en los tercios, logró lo mejor con el capote. Comenzó su labor con un muletazo por la espalda, estatuarios y dos pases del desprecio preciosos. Tras dos series diestras buenas a media altura y entonado por el izquierdo, el diestro no llegó a conectar con el público -algunos espectadores le recriminaron falta de dominio-. Cerró con un arrimón y estuvo a punto de ser herido en sendas bernadinas. Mató de estocada y recibió palmas, siendo ovacionado el toro.

Álvaro Lorenzo, ante el tercero, corniabierto, que soltaba la cara, concretó un trasteo larguísimo y desigual, salpicado de enganchones y en el que lo mejor lo alcanzó en una serie diestra con suavidad y temple en los muletazos. Mató de bajonazo y fue silenciado.

El sexto, jabonero, fue devuelto por su flojedad en el tercio de banderillas. En su lugar saltó un sobrero de Ave María, protestado de salida por su trapío, que embistió rebrincado y con escaso recorrido. Lorenzo se empleó con pundonor. Con la zurda consiguió alguna tanda entonada, pero hubo poco más dentro de un trasteo muy largo que rubricó con pinchazo y estocada para escuchar una ovación.

En definitiva, festejo sin chispa, plúmbeo, aburrido, en el que los tres diestros, que escucharon una ovación cada uno, se marcharon de vacío.

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