Andreu se fue el jueves de vacaciones. En vez de colgar el cartel de "cerrado por descanso", le ha dejado a Berto, su sobrino, las llaves del plató. A partir del lunes el discípulo se pondrá al frente de Buenafuente... ha salido un momento.
-Se va de vacaciones, pero no cierra el chiringuito...
-Sí, hay que saber parar. Además, se daban las condiciones para ello porque se queda un talento emergente como es Berto. Se han cuadrado los astros este año y me voy más tranquilo si cabe.
-¿Teme que le hagan sombra?
-No, que va. Es un cómico muy querido entre el público y eso es un buen punto de arranque. Yo tengo una cultura de potenciación del talento, me gusta convivir con él y verlo crecer a mi lado. No me pongo en el supuesto maligno de que sea más querido que yo ahora que lo dejo solo.
-Pero si se gana al público ¿plantea aumentar su protagonismo?
-Por el tipo de programa es complicado porque es un formato muy personalista. Pero ojalá suponga el despegue de su carrera. Recuerdo que cuando llegó le dije: "Tú has venido para quedarte".
-¿Será espectador del programa o desconectará?
-Sí, lo voy a ver. Me gustará estar cerca, aunque sin agobiar, y el primer día estaré allí con él porque me lo pide el cuerpo. Aunque con la edad he aprendido a desconectar moderadamente. Tengo una cabeza televisiva que tiene que parar, ya no doy para más.
-¿Cómo descubrió a Berto?
-Le escuché unos minutos en una radio catalana y me hizo detenerme y llamar a El Terrat para que le siguieran la pista. A mí me encanta descubrir talentos y eso pasa muy pocas veces
-¿Qué fue lo mejor del año?
-Fue antes de ir al festival, la noche del programa Salvemos a Eurovisión. Tuve una premonición y dije que íbamos a ganar.
-¿Llegó a pensar que Chikilicuatre se le había ido de las manos?
-No, todo estaba muy controlado en todo momento, asumiendo los retos que se iban abriendo.
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