Las procesiones del Viernes Santo en los pueblos de Córdoba, en fotografías
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El Viernes Santo de 2022 quedará recogido en los anales de los municipios como una jornada histórica. Después de dos años sin procesiones, el día más grande de los pueblos de Córdoba, el más esperado, ha sido aún más grande. La bulla y el colorido han marcado desde primera hora una mañana de nazarenos y soledades. Por la tarde, el semblante cambia y los pueblos se visten de luto. Es la cara y la cruz de la Pasión, un día que ha estado marcado por los reencuentros.
La mañana del Viernes Santo en Priego ha vuelto a recuperar la esencia de lo que fue hace dos años. De nuevo las calles se han llenado de gente y Nuestro Padre Jesús Nazareno, junto con María Santísima de los Dolores Nazarena y San Juan Evangelista, han realizado su particular subida hasta el Calvario, desde donde el Nazareno da su bendición a las miles de personas que se congregan allí. Este año no faltan ninguna de las tradiciones y singularidades que hacen de esta jornada en Priego una vivencia única: la salida de los pasos en el Compás de San Francisco, el paso ligero al llegar al Palenque, la trepidante subida por las vereíllas del Calvario y el camino de regreso al templo, que en este caso, sí se ve modificado por las obras de la calle Río. Tras el bullicio de la mañana, llega la tarde-noche, momento en que procesionan las hermandades de las Angustias y la Soledad. La primera de ellas debe modificar la salida de sus titulares, ya que la ermita de las Angustias se encuentra ubicada en la calle Río, y las obras que se están acometiendo en esta zona hacen imposible su salida habitual. Así, el paso de Nuestro Padre Jesús en su Descendimiento realiza su salida por el lateral del Colegio de las Angustias, y la Virgen, desde la iglesia de las Mercedes, para hacer un recorrido reducido. Algo más tarde, el luto se hace presente con el paso del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de la Soledad Coronoda, que al compás de las notas de su Banda Sinfónica, realiza su estación de penitencia. Dos puntos clave de su recorrido son el paso por la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y por la calle que lleva su nombre, Virgen de la Soledad.
El momento álgido de la Semana Santa rambleña es la salida, en la Madrugada del Viernes Santo, de la hermandad y cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Amargura. Un momento cumbre que este 2022, además, es especial, pues se conmemora el cuarto centenario de la llegada del Señor, tallado por el escultor cordobés Juan de Mesa, al municipio, lo que ha provocado actos diversos y un Año Jubilar. Todo el pueblo y muchos visitantes siguen el desarrollo de la estación de penitencia hasta la llegada a su templo ya entrado el mediodía. Por la noche el protagonismo lo copa la hermandad y cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración -del siglo XVII- y María Santísima de los Dolores, cuya entrada coincide prácticamente con el final del día.
En la madrugada del Viernes Santo se ha vivido uno de los momentos cumbres de la Semana Santa pontanesa, con la interpretación por parte del Imperio Romano de la tradicional Diana a Nuestro Padre Jesús Nazareno, una pieza musical compuesta por Manuel Medina a mediados del siglo XIX. Este momento tan esperado y emocionante ha vuelto a congregar a centenares de personas en la plaza del Calvario. La presencia del Terrible, como popularmente se conoce al patrón de la villa, en las calles de Puente Genil, hace del Viernes Santo el día grande de la Semana de Pasión del municipio. Los pontanenses disfrutan de numerosos momentos emotivos, como las reverencias de las figuras bíblicas, la representación de la sentencia o el paso por el puente de Miragenil, todo ello aderezado con la vistosidad y colorido que ofrece la constante presencia del Imperio Romano en las calles. En lo que al aspecto patrimonial se refiere, también se puede admirar la expresividad del Cristo de la Misericordia, y la belleza del paso de la Virgen de los Dolores. En el caso del Cristo de la Misericordia una de las novedades de este año es su recorrido, ya que tras el paso por el Ayuntamiento, enfila las calles Luna y Sol regresando al Santuario de Nuestro Padre Jesús Nazareno, mientras que en el caso de la Virgen de los Dolores sube hasta el patio de la iglesia del Ex Convento de San Francisco (Hospital), donde esta tarde acompaña nuevamente a Nuestro Padre Jesús Nazareno en su tradicional recorrido por calle Aguilar y Amargura hasta regresar a su Santuario. Ya por la noche, destaca el recogimiento y respeto que representa el Cristo de la Buena Muerte; Nuestra Señora de las Angustias, que aúna el fervor y los sentimientos de los pontanenses ausentes, así como dos momentos entrañables, la interpretación del conocido Trípili a San Juan a la altura de la iglesia de los Frailes, y la presencia en las calles de María Santísima de la Soledad, popularmente conocida como la Madre de la Isla, que cuenta con una enorme devoción por parte de muchos pontanenses.
Desde primera hora de la mañana, cientos de personas esperaban ya en la calle Ancha la salida de la Hermandad de Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores, protagonista de la mañana del Viernes Santo. El día más grande de la Pasión montillana ha sido aún más bullicioso de lo que se esperaba, y el comentario más recurrente es que, después de dos años sin procesiones, la ciudad afronta una jornada histórica. A las 09:00, los pasos del Rescatado, el Nazareno, el Cristo de la Yedra y la Virgen de los Dolores han salido de la iglesia de San Agustín, recibidos por miles de personas. La Centuria Romana Munda ha llegado entre aplausos y la procesión ha puesto rumbo hacia el paseo de Cervantes, donde tiene lugar la bendición a los campos montillanos, en los que ya alumbran las vides. El regreso a San Agustín ha sido aún más masivo, con la apoteosis final en la calle Ancha. Antes de encerrarse, ha tenido lugar la representación de la lanzada y la bendición al pueblo montillano. Y, después, imposible pasar por la esquina de la taberna La Chiva, el lugar de los reencuentros, donde se brinda con vino fino y se espera el paso de los romanos. Por la tarde, Montilla cambia de semblante y se viste de luto con las estaciones de penitencia del Descendimiento y el Santo Entierro. Es el punto y final a un día postergado durante dos años.
La Madrugada de esta Semana Santa es ya inolvidable para los innumerables fieles del Nazareno de Castro del Río. La hermandad por fin ha podido presentar el paso de Jesús restaurado, tras una rehabilitación completa que ya pudo lucir en la Magna celebrada en la capital. La lluvia impidió su salida en 2019 y, tras los dos años de parón obligado por la pandemia del covid-19, el municipio ha podido disfrutar de una jornada pletórica, rota apenas por el redoble del tambor que ya es tradición en esta cofradía y el sermón del paso ante Nuestro Padre Jesús y Nuestra Señora del Mayor Dolor. Ya por la tarde, las calles se pueblan con los miembros de la Escolta Romana del Santísimo Cristo de la Misericordia, el Santo Sepulcro y Soledad Nuestra Señora, con el clásico cruce de guiones en la calle Corredera, previo al traslado del Señor Yacente y el desfile procesional de las tres hermandades.
Pozoblanco no ha dormido en una Madrugá del Viernes Santo que ha recuperado el tradicional acto del Prendimiento y su espectacular y singular sentencia cantada, cuando Judas el traidor entrega al Nazareno a las autoridades, que lo capturan para darle muerte. Así, el Prendimiento y la salida procesional de Nuestro Padre Jesús Nazareno por parte de su Cofradía de Soldados y Penitentes, se ha convertido en uno de los actos más especiales de la Semana Santa. A las seis de la mañana ha comenzado a escucharse la pica de Judas por el adoquinado de la plaza de la Iglesia, tocando hasta en tres ocasiones a las puertas del templo para entregar a Nuestro Padre Jesús Nazareno, que salió luego escoltado por los soldados Sayones y acompañado en su recorrido por su propia banda homónima. Ha comenzado así su estación de penitencia, con la participación de distintos titulares que representan el Prendimiento, como son San Juan Evangelista y la Santa Mujer Verónica, hasta su encuentro con María Santísima de Los Dolores, que no pudo hacer su estación de penitencia el Martes Santo, pero ha podido salir en la mañana de este Viernes Santo para encontrarse con su hijo, a quien acompaña hasta su entrada en el templo. Ya por la tarde, y con Jesús ya muerto, el Santo Entierro procesiona acompañado por una representación de cada una de las cofradías y hermandades que integran la Semana de Pasión pozoalbense. Con un recorrido que parte desde la Parroquia de Santa Catalina, recorre parte del centro y del barrio de los salesianos antes de volver a su templo y dejar la noche para Nuestra Señora de La Soledad. Es entonces cuando el luto se apodera de la noche con la salida de iglesia de San Sebastián de una de las hermandades más numerosas, con una casi interminable fila doble de nazarenos que acompañan en su dolor a la madre del señor ya crucificado, y en la soledad de su dolor y su luto.
La Madrugá es una de las señas de identidad de la Semana Santa de Santaella. De hecho, es la procesión más larga de cuantas se desarrollan en el municipio -unas 12 horas de duración-, que arrancó este Viernes Santo desde la Catedral de la Campiña con el paso de la hermandad de Jesús Nazareno. Tras esta cofradía, los grupos de San Juan Evangelista, María Magdalena, María Verónica y María Santísima de la Soledad. El cortejo baja hasta la Plaza Mayor por el Arco de la Villa, para incorporarse después a la calle Alta, el Santo Cristo y El Arenal. Luego, los pasos regresan a la plaza por la Corredera, donde tras la habitual exposición al pueblo de las imágenes, la procesión se adentra en el Barrio de la Villa. Es en esta zona en la que se viven los momentos de más emoción de la jornada. Ya por la noche, tiene lugar El Descendimiento, un espectáculo de luz y sonido que se ha convertido en los últimos años en un reclamo para muchos visitantes. Este acto da paso al Santo Entierro, que abre el paso del Sepulcro y al que acompañan las hermandades de San Juan Evangelista, María Magdalena, María Verónica y la Soledad.
En Baena, la madrugada del Viernes Santo se tornó silencio y el color negro de los penitentes del Cristo del Perdón se confundió con la noche. Tan solo el sonar de las cadenas asidas a los pies de los cofrades, el rezar sereno del Vía Crucis y el ronco sonido de los tambores enlutados llenaron de vida una Almedina que ya presagiaba la muerte del Padre. Al alba, Nuestro Padre Jesús Nazareno ha desfilado por las calles baenenses. A la salida del templo de San Francisco, los sones de su centuria romana, palmas, saetas y vítores han acompañado al patrón de la localidad hasta la plaza de la Constitución donde ha sido prendido y se ha despedido de su Madre. En su camino hacia la muerte le han acompañado las hermandades de la Vera Cruz, Verónica, María Magdalena, San Juan y la Madre Dolorosa, junto a los Apóstoles, Las Virtudes y los Profetas. Ya en la noche, la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús asiste al entierro de Cristo. Las calles vuelven a estar abarrotadas para ser testigos de cómo las ropas de vivos y variados colores de la mañana dan paso al más riguroso luto y a los toques castrenses de la Centuria Romana de Nuestra Señora de las Angustias. En esta Santa Noche desfilan también La Vera Cruz, el Cristo de la Sangre, el Santo Sepulcro, los Evangelistas, los Sayones, la turba de judíos de la cola blanca, San Juan, la única cuadrilla de judíos arrepentidos y hermanos de María Magdalena y la hermandad de la Soledad.
Después de una madrugada intensa vivida con Nuestro Padre Jesús Nazareno (el Rey de Montoro), María Santísima de los Dolores, San Juan, La Magdalena y la Verónica, el inicio de la tarde del Viernes Santo en Montoro empieza con un esplendoroso desfile que se realiza desde el Ayuntamiento hasta la iglesia de San Sebastián integrado por el Imperio Romano, la Banda de Música de la Asociación Músico-Cultural Juan Mohedo , autoridades civiles y eclesiásticas, estandartes e insignias de las cofradías y su varas correspondientes. Seguidamente el Cristo de la Misericordia, Cristo de los Estudiantes, aparece por el arco de la iglesia de San Sebastián iniciando un cortejo al que le sigue Nuestra Señora de las Angustias. Estas dos imágenes están integradas en la Cofradía de los Estudiantes. A continuación la Cofradía Sacramental del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad, con sus dos pasos, realiza su estación de penitencia llevando a cabo el mismo recorrido. La Plaza del Charco se abarrota para ver pasar los cuatro imponentes pasos que integran el cortejo para luego ir a ver la primera de las carrerillas que se realiza en la calle Antonio Garijo. Después de pasar por la Plaza de España y la calle Corredera la multitud se agolpa al final de la calle El Santo para presencia la última carrerilla de cada uno de los pasos procesionales y, justo después, entrar en el templo de salida. / Tomás Coronado
El Viernes Santo se abre de madrugada en Palma del Río con la salida de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de la Piedad y San Juan Evangelista, que parte de la iglesia del hospital de San Sebastián. Por la tarde, le toca al turno a la Hermandad del Santo Sepulcro y María Santísima de los Dolores, que parte desde la parroquia de San Francisco de Asís.
El Viernes Santo comienza en Villanueva de Córdoba a las 00:00 con la salida del Cristo de la Buena Muerte -El Silencio- desde la iglesia de San Sebastián. La estación de penitencia marcha sin acompañamiento musical, solo con timbales y caja y en algunos puntos del recorrido se toca Silencio con trompeta. Y este día grande de la Semana Mayor jarota concluye con la procesión del Santo Entierro, que parte desde la iglesia de San Miguel. Lo hace con la música del Trio de Capilla Silencio y Acordes y la Banda de Música de Villanueva de Córdoba.
El Viernes Santo se ha vivido de manera muy especial en toda la provincia de Córdoba, desde los grandes municipios a los más pequeños. En todos se han producido reencuentros emotivos y, sobre todo, se han disfrutado de momentos cofrades muy esperados. En Fuente La Lancha, la localidad más pequeña de Córdoba, este viernes han salido a las calles el Cristo Crucificado y la Virgen de los Dolores, tallas de gran devoción entre los vecinos lanchegos que se conservan en la bonita iglesia de Santa Catalina, en la plaza de Sotomayor y Zúñiga, el corazón del municipio.
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