Desde lo más angosto de la Judería

El perdón

La estrechez de la calle del Buen Pastor hace más díficil la maniobra costalera

Desde lo más angosto de la Judería
Desde lo más angosto de la Judería
Rafael C. Mendoza

09 de abril 2009 - 05:00

Cuando se accede a la calle del Buen Pastor –en pleno corazón de la Judería– en la tarde-noche del Miércoles Santo ya no se puede salir de allí. Está taponada tanto por el extremo que conduce a la Trinidad como por el que está más próximo al entorno de la Catedral. El bullicio, el continuo trasiego de costaleros y músicos de un lado a otro y, sobre todo, la notable estrechez de la calle impiden dar marcha atrás –o adelante–. Esta vía no discrimina entre aquellos a que les gusta la Semana Santa y esos otros que simplemente pasan por allí y se ven atrapados por la procesión. A estos últimos no les queda otra que detenerse y disfrutar –o no– con el cortejo del Perdón.

La pequeña plaza en la que radica la iglesia de San Roque recuperó ayer la condición de epicentro de la Judería tras tres años sin serlo por la inoportuna irrupción de la lluvia. A pocos se les olvida el chaparrón de hace tres años, cuando el cortejo se vio sorprendido por la lluvia camino de la Catedral. Tal vez por ello, la bulla y el tapón de la calle del Buen Pastor han sido en esta ocasión superiores a los de años anteriores.

Al importante número de personas que se agolparon en este pequeño recodo de la Judería hay que añadir además que, conforme el paso se adentra en la calle, la estrechez aumenta. El capataz del paso de misterio del Señor del Perdón, Luis Miguel Carrión, trata de evitar que los costeros rocen las jambas de la puerta de San Roque. Aquí apenas si cabe un dedo en los laterales, lo que dificulta enormemente la maniobra de los costaleros. Finalmente, y con algún que otro “uy” por parte de quienes presenciaban la salida, el Perdón sale de su templo.

Tal es la estrechez de esta zona de la ciudad que cuando el paso avanza por la calle da la sensación de que ésta lo engulle y que una zancada equivocada de los costaleros puede acabar rompiendo una tulipa del paso de misterio. La diligencia con la que se llevan a cabo las maniobras hace que los asistentes a este rincón de la Judería aplaudan y piropeen cada una de las acciones de los costaleros.

Pero, sin duda alguna, los piropos que mejor encaja la cuadrilla del Perdón son los que provienen de los mayores de la residencia de San Juan de la Cruz. En la misma puerta de este asilo de la Obra Pía de la Trinidad hay instalado un palco para los internos de la residencia. La Semana Santa les llena de alegría y hasta alguno de ellos prueba a entonar una saeta tanto al Señor como a la Virgen del Rocío y Lágrimas.

Enriqueta, de 84 años, es una de las que se han atrevido a cantarle a la “Reina de la Judería”, como así han apodado algunos a esta Virgen. La improvisada saetera no tiene fuerza en su voz, pero el gesto denota un sentimiento profundo hacia los “santos”. El esfuerzo de enriqueta tiene su respuesta y la voz del capataz suena en la primera levantá: “Ésta va por los abuelitos”.

stats