Penitencia completa desde la Trinidad

Vía Crucis

La hermandad del Vía Crucis cumple con la tradición y recorre las calles en una noche fría.

El Cristo de la Salud a recorre anoche las calles del Centro.
L. Chaparro

22 de marzo 2016 - 01:00

SON 14 las estaciones. Son 14 los momentos que vivió Jesús desde que fue hecho prisionero hasta que llegó su muerte en la Cruz y, posterior Resurrección. Y todas ellas componen las etapas del que se conoce como el camino de la cruz. El mismo que la cofradía del Vía Crucis realizó ayer desde la Trinidad como bien hace cada Lunes Santo.

Una procesión que despertó en Córdoba el interés de los grandes acontecimientos cofrades y que llegó a reventar la plaza de la Trinidad. Sorprendente la bulla que empezaba en la plaza de Ramón y Cajal y que seguía por la calle Tesoro y que resultaba casi imposible franquear una hora antes de la salida del cortejo procesional. La expectación por ver el Cristo de la Salud era máxima. La del Vía Crucis era la última posibilidad de ver una hermandad en la calle el Lunes Santo. Y así fue, aunque con bastante retraso sobre la hora prevista, ya que el vía crucis no comenzó hasta las 21:00 y tras un intenso y prolongodo tañir de campanas que, a más de uno, desconcertó.

La espera fue casi agónica y la bulla no supo, por momentos, soportarla con paciencia. Gritos adolescentes de llamada de atención, móviles que no dejaban de sonar, ese crujir de pipas incesante y la noche... Silencio, que es hora de oración, que es hora de que el Vía Crucis salga a la calle y muestre su respeto y su silencio cofrade. Hay ganas de Semana Santa y más en una jornada como la de ayer y la del Domingo de Ramos. Un Lunes Santos en el que al final el Vía Crucis, esa cofradía del silencio, brilló por su sencillez, su orden, su dolor y su oración. Las campanas de luto comienzan a tañir y el silencio, por fin, se adueña como un soplo de aire en la Trinidad. Esas campanas constituyen por fin el anuncio del Vía Crucis, unas campanas que suenan acompasadas con el sonido de los tambores roncos que acompañan al Cristo de la Salud desde el interior del templo. Es el preludio perfecto para una estación de penitencia, para la única cofradía que llega a la Mezquita-Catedral por las estrechas y concurridas calles de la Judería en la noche.

De dos en dos, con cruz al hombro, con cirial, con un rosario, sin zapatos. En silencio, en oración. Así es el rezo de un vía crucis y así lo hizo el cortejo de la cofradía del mismo nombre. Es el párroco de la Trinidad, Juan José Jiménez Güeto, el responsable de dirigir el vía crucis. Pero antes, justo a la salida del templo, lanza un mensaje en el que hace varios recordatorios, dedicatorias y peticiones al titular de la cofradía como "salud para los enfermos" y también para aquellos que viven en soledad". No se olvida tampoco en su mensaje de pedir "por las familias que sufren el rigor de esta crisis" y también se refiere y pide "una especial atención para los que se ven obligados a salir de su patria" y para los que quiere que se les de una respuesta en Córdoba y puedan "encontrar en nosotros un corazón abierto".

La Trinidad enmudece y reza entonces ante la llegada del Cristo de la Salud porteado por tres hermanos que tienen el inmenso honor de llevar sobre sus hombres al titular de la hermandad. Silencio, hay que rezar, quedan sólo 13 estaciones de un inmenso vía crucis que coronó el Lunes Santo.

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