Martes Santo en Montoro: Noche de esplendor para el Cristo de la Humildad

La salida de la hermandad del Santísimo Cristo de la Humidad en su Presentación ante Pilatos y Nuestra Madre y Señora de Consolación y Esperanza llena de fieles la plaza del Charco de Montoro cada noche del Martes Santo.

El Señor de los Ojos Verdes, el Cristo de la Humildad en su Presentación ante Pilatos, es obra de Juan Martínez Cerrillo y ha sido restaurado recientemente por Antonio Bernal. En este caso, la imagen fue elegida por unos jóvenes para poner en marcha la hermandad en 1991 y, desde entonces cada Martes Santo es esperada su salida por las calles de esta localidad de la comarca del Alto Guadalquivir.

El paso de misterio va acompañado por Pilatos y dos romanos, uno de ellos estreno de este año, obra de Lucas Martínez y María de los Ángeles Serrano y también por un sanedrita. Una incorporación que ha supuesto la redistribución del misterio conservando su lugar en el paso desde su primera salida en 1992 el Cristo de la Humildad, lo que se ha ganando en dinamismo.

El palio de Nuestra Madre y Señora de Consolación y Esperanza sale tras el Cristo de la Humidad entre vivas y exclamaciones de guapa, ya que se han cumplido 25 años de su primera estación de penitencia por las calles de Montoro.

Fue en el año 2016 cuando se modificó su recorrido para incluir en el mismo la calle Antonio Garijo, popularmente conocida como Las Morenas, una calle con una pendiente muy pronunciada y que se acomete con las montoreñas “carrerillas”, que son un avivamiento del paso para poder subir la cuesta con menos esfuerzo por parte de los costaleros.

Pero, si hay una parte del recorrido esperada por los montoreños y visitantes ese es el tramo que va desde la Plaza de Jesús hasta la bajada de la calle Mártires donde los espectadores tienen que elegir entre el discurrir de la hermandad haciendo su presentación ante el conocido como Rey de Montoro, Nuestro Padre Jesús Nazareno, o el trabajo del costalero bajando la calle Mártires en un lento pero sentido y abigarrado esfuerzo entre la estrechura e inclinación de la calle. Ya en el recorrido de vuelta la hermandad luce espléndida por calles algo más anchas y menos dificultosas.