Cuando en 1968 Felipe Campuzano y José Espinosa compusieron para la voz de Perlita de Huelva aquello de “precaución, amigo conductor, tu enemigo es la velocidad”, ni el estado de las carreteras estaba tan bien como hoy, ni los vehículos disponían la potencia para alcanzar los registros de ahora. De hecho, no fue hasta dos años después, en 1970, e inicialmente en las grandes capitales de Madrid y Barcelona, para luego extenderse a otras latitudes, cuando se pusieron en marcha los primeros radares en España, entonces limitados a ¡150 kilómetros por hora! difícilmente alcanzables por coches de la época.

El progresivo ajuste de las limitaciones y la proliferación de cada vez más automóviles ante el aumento del poder adquisitivo de las familias trajo consigo primero las primeras multas. Sin embargo, fue ya a partir de la década de los 90 cuando ante el crecimiento sin control de la siniestralidad en las carreteras, con cifras de fallecidos por entonces desconocidas, llevó a la Dirección General de Tráfico a implementar sus mecanismos de control, una evolución que llega hasta la actualidad, con cuatro sistemas básicos (y otros algo menos conocidos): dispositivos fijos, móviles, de tramo o el Pegasus, que analiza desde el aire en helicóptero.

Todos ellos están ahora a pleno rendimiento, junto a los agentes que los controlan, con motivo del aumento de la movilidad con motivo de los días iniciales de julio y el comienzo de las vacaciones estivales, que para muchos suponen una vía de escape tras meses de lucha –y aún hay que seguir– contra la pandemia del covid. Sin ir más lejos, el plan anunciado hace unos días por la DGT contabilizaba 44 radares en las carreteras de Córdoba, dos más de los que reflejaba en su último análisis del pasado mes de abril, ambos fijos, para un total de 14 (antes eran 12), por hasta 30 cinemómetros móviles.

Pero, de todos ellos, ¿cuál es el que más multa en la provincia? Según los datos de la Dirección General de Tráfico, en su último balance anual correspondiente a un 2020 extraño por todas las restricciones, incluso de movilidad, provocadas por el coronavirus, el dispositivo situado en el punto kilométrico 52,300 de la A-45, en el término municipal de Lucena, es el que más sancionó durante el pasado año, al sumar hasta 5.166 infracciones de velocidad, manteniendo así su media desde 2017.

El siguiente en la escala está en la demarcación de Cabra, concretamente en el kilómetro 2,615 de la A-339, desde donde se tramitaron 4.673 multas, apenas un centenar más que el cinemómetro situado en el punto kilométrico 310,918 de la N-432 en Espejo (4.547). Además, el balance recoge apenas 1.764 denuncias por exceso de la velocidad permitida desde el radar del kilómetro 417,588 de la A-4, en la capital, y que hace referencia al de la Cuesta del Espino, habitualmente uno de los más activos de España (este año no hay ninguno de la provincia entre los 50 que más ha multado). También redujo un tercio su capacidad de sanción el ubicado en Espiel, en el kilómetro 380,500 de la N-502, con apenas 589.

Los datos a los que ha tenido acceso el Día solo hacen referencia a cinco cinemómetros, todos fijos –de los 12 que recoge el informe que hay en las carreteras cordobesas-, por la imposibilidad de ajustar los móviles a demarcación territorial por esa condición. Y lógicamente reflejan una importante reducción sobre 2019, último normal en cuanto a movilidad y sobre todo respecto a 2016, que marca el tope, aunque no tanto sobre 2018. Los registros de ese primer año de la serie, con pico en Córdoba, dejaron 107.883 multas, siendo el único que ha superado la barrera de las 100.000 sanciones, dejando una distancia de 60.000 respecto a 2017 (42.433). Este año, en la Cuesta del Espino se sancionó a más de 29.000 conductores, cifra similar al total de 2019, que se quedó en 32.902. En 2018, el guarismo fue casi la mitad, 15.689.

Una cifra ligeramente inferior a la registrada en el año pandémico o del covid-19. Más de un mes de confinamiento domiciliario total, cierre perimetral de municipios en varias ocasiones, prohibición de salir de la comunidad autónoma y la provincia... Las medidas para frenar el avance del coronavirus también redujeron el tráfico de vehículos por las carreteras de la provincia, sin embargo, no lo hicieron con las multas por no levantar el pie del acelerador. Porque en esos 12 meses, la DGT puso 16.739 sanciones.

Un agente controla un dispositivo móvil.

A ese registro, marcado únicamente por los radares fijos, hay que añadir los dispositivos móviles, y que fueron en 2020 hasta 8.791. En este caso, sí es el balance más bajo desde 2016, de nuevo tope con 28.210 infracciones tramitadas por velocidad. Lejos de esas casi 30.000, pero sí con cinco cifras se quedaron en 2017 (15.915) y 2019 (10.414), si bien 2018, que cierra el balance, se sitúa apenas un paso por detrás con 9.778. Porque, aunque pudiera pensarse lo contrario, por aquello del factor sorpresa que supone no saber dónde pueden estar, los cinemómetros móviles no multan más que los fijos.

En definitiva, ahora que llega la época de movilizarse más por disponer del tiempo libre que ofrecen las vacaciones, hay que tener en cuenta que en las carreteras encontrarán los radares fijos de tramo, de pórtico (se sitúan en los pórticos que se suelen emplear para paneles informativos de tráfico) o de cabina (la especie de caja cerrada al lado del arcén); móviles con parada o sin parada; camuflados, a simple vista, con mucha señalización, y en cualquier tipo de vía... En definitiva, las herramientas más usadas que tiene la DGT para castigar a quienes se pasan pisando el acelerador y no respetan los límites de velocidad permitidos.