Medio Ambiente

La laguna de Jarata de Montilla, camino de la recuperación

  • La Junta pretende incluir el proyecto de restauración ambiental del humedal en los presupuestos de 2023 tras cinco años en el cajón

La laguna de Jarata, en Montilla.

La laguna de Jarata, en Montilla. / El Día

Situada en el descansadero de la vía pecuaria de Malabrigo o Cansinos, entre Montilla y Montalbán, aunque perteneciente al término municipal del primero, la laguna de Jarata es hoy todo menos eso. La escasez de lluvias acumuladas, y que apenas si se han dejado notar en el presente ciclo hidrológico, la ausencia de un acuífero del que surtirse -como casi la totalidad de las 31 que hay en la provincia- y factores tanto naturales como otros con la intervención del hombre que tienen su vaso colmatado de sedimentos hacen confundir este humedal como una extensión más del terreno donde se ubica. Una situación que, tras largos años de espera, podría empezar a tener su fin en los próximos meses.

Porque la Junta de Andalucía, a través de la recién creada delegación de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul -antes Desarrollo Sostenible- pretende incluir en los presupuestos de 2023 que se aprobarán durante el presente mes de octubre una partida, ya cuantificada, para ejecutar el proyecto de recuperación de la laguna de Jarata. Se trata de un plan de restauración ambiental anunciado ya en 2018 y que, en su momento, incluía su conexión ecológica con otros humedales de campiña dentro del programa Puertas Verdes, de la Oficina de Vías Pecuarias del Ejecutivo andaluz, si bien dos años después, en 2020, sufrió la modificación de “algunos aspectos” en relación a los volúmenes de tierra a extraer.

Ante esta situación, lógicamente, nadie se atreve a dar una fecha para el inicio de los trabajos, no hasta que esa partida esté consignada en las cuentas anuales. Lo que sí parece claro es que el plan pasa por “poner en valor” Jarata, como recuerda Juan de la Cruz Merino, director conservador de las lagunas del Sur de Córdoba, dado que el humedal está “muy colmatado”. El proyecto pasaría por “retirar sedimento de su superficie y reexcavar el perfil de la cubeta para que el agua procedente de las lluvias se mantenga más tiempo y así pueda servir de lugar de reproducción de aves acuáticas”, algo imposible en la actualidad, pues está seca, o incluso cuando llueve, que apenas crea una charca que pasa a ser barrizal, degradando uno de los espacios naturales más apreciados en Montilla.

La laguna de Jarata se estima que tiene una cubeta de 8,6 hectáreas, que solo se nutre de las lluvias, pues como otros 27 de los 31 humedales registrados en Córdoba son temporales -solo beben de un acuífero Zóñar, que es el más profundo de toda Andalucía con hasta 16 metros, si bien actualmente está en 12 arrastrado por estos años de sequía, Rincón y Amarga- y recoge agua de una cuenca vertiente superficial de recepción de 164 hectáreas, con predominio del olivar. Dado su estado de conservación, se considera “alterada”, algo a lo que ahora se pretende poner fin con un proyecto que, tras cinco años en el cajón, podría ver la luz de inmediato para cambiar el aspecto en 2023.

Por el momento, y aunque eso no sea motivo alguno, pues no deja de ser “un simple listado”, la laguna de Jarata, con otras tres más de la zona sur de la provincia, ha sido recientemente incluida en el Inventario Español de Zonas Húmedas que rige el Ministerio para la Transición Ecológico y el Reto Demográfico (Miteco), haciendo buena la propuesta de la Junta, en cuyo registro ya se incluyó en 2018. De esta manera, en Andalucía hay anotados ya 224 humedales, de los que 31 se encuentran en Córdoba, en lo que viene a ser una proporción casi perfecta de una octava parte de la comunidad.

Laguna de Consuegra, en Albendín. Laguna de Consuegra, en Albendín.

Laguna de Consuegra, en Albendín. / El Día

Junto a Jarata, de titularidad pública, las otras tres que han entrado en el inventario este septiembre son privadas: Consuegra (Albendín, Baena), De la Gamonosa (Baena) y San Cristóbal (Cabra). Ninguna de ellas ha sufrido con esta inclusión modificación alguna por el momento, si bien en un futuro -no se antoja cercano-, la Administración podría llegar a imponer algún tipo de medida para su mayor y mejor conservación. De momento, la única vigilancia se centra en que el propietario no contravenga norma alguna, y eso permite la siembra de cultivos herbáceos (trigo, cebada o avena), lo que puede ayudar a la creación de una zona de biodiversidad por la cría de aves como el aguilucho cenizo.

Sin duda, un atractivo más para una zona que, ahora que la pandemia del Covid parece ya remitida por completo, empieza a recuperar su oferta de actividades, principalmente con visitas organizadas, sobre todo de centros escolares, al complejo de las lagunas del Sur. Teniendo en cuenta que al contar con una red de senderos y al estar próxima a núcleos urbanos es un espacio recurrente para pasear, la estimación oficial de visitas en el pasado 2021 en todas las lagunas del Sur quedó en unas 4.000, lejos aún de las 17.000 registradas hace ya casi una década, cuando los seis humedales que forman el área -Zóñar, Rincón, Amarga, Tíscar, Jarales y Salobral- estaban en sus máximos históricos de agua.

Laguna de San Cristóbal, en Cabra. Laguna de San Cristóbal, en Cabra.

Laguna de San Cristóbal, en Cabra. / El Día

La mitad de los humedales cordobeses, sin protección

La provincia cuenta en la actualidad con 31 humedales, y lo cierto es que 15 de ellos carecen de protección mediante alguna figura legal específica que la preserve de amenazas -se rigen por leyes más generales como la de fauna y flora o agua-, según consta en la información disponible en el inventario andaluz. La conclusión que se extrae con su consulta es que la mitad de esas lagunas no están amparadas por la legislación para su cuidado y mantenimiento, más allá de formar parte de ese listado. En todas ellas –en las 15– se deja claro además que se trata de espacios que tampoco cuentan con un plan de gestión.

Ese grupo lo encabeza la laguna de El Donadío, en Santaella, que ocupa una extensión de hasta 13 hectáreas y que cuenta entre sus especies con el pato malvasía, en peligro de extinción hasta hace poco tiempo. Se encuentra incluida en el inventario desde el año 2007, hace nada menos que 13 años y su estado de conservación se califica en el informe como “alterada”. Desde el año 2007 están también en el listado las lagunas de La Quinta y el Rincón del Muerto, ambas en Baena, y la del Taraje, en Lucena. La Quinta ocupa 7,70 hectáreas y el Rincón del Muerto –también alterada– 4,64, mientras que la del Taraje se expande por 8,87 hectáreas.

En otro grupo están los humedales incluidos en el inventario de la Junta en diciembre de 2015 y en el mismo se encuadran las lagunas de Casasola, con 1,94 hectáreas; de Cortijo Viejo con 1,4, del Curado (5,26), Laguna de la Roa (1,76); Navarredonda o de Los Arenales (12,35), Vadohondo o Laguna Salada (14,77), del Butaquillo o Cambroncillo (0,41). La mayoría de ellas se encuentran en el término de Baena y otras en los de Lucena y Puente Genil. Todas tienen el mismo patrón: carecen de un plan de gestión y su estado de conservación es “alterado” o incluso “muy alterado” en algún caso, como la de la Roa, según consta en la actualización.

Laguna de las Gamonosas, en Baena. Laguna de las Gamonosas, en Baena.

Laguna de las Gamonosas, en Baena. / El Día

El tercer grupo de humedales que carecen de protección legal específica son los que se incluyeron en el listado autonómico en el año 2018, que ahora ha sido refrendado por el Gobierno central a través del Miteco. Son cuatro: la laguna de Jarata en Montilla, que ocupa una extensión de 8,66 hectáreas y cuyo estado de conservación es “alterada”. A este espacio se unen la laguna de la Gamonosa, en Baena, que tiene una cubeta de 1,97 hectáreas y que presenta un estado “muy alterado”, y la de San Cristóbal, en el término municipal de Cabra, que cuenta con una superficie de 2,29 hectáreas. Por último aparece la laguna de Consuegra, en el término de Baena, pero dentro de lo que es la pedanía de Albendín, casi en el límite con la frontera con Jaén, que igualmente tiene la catalogación de “alterada” y que cuenta con una cubeta de 1,37 hectáreas.

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