Sí te digo trigo

10 de julio 2011 - 05:01

U NA de las frases más conocidas del peculiar humorista Chiquito de la Calzada era aquella de "No te digo trigo por no decirte Rodrigo", una expresión que, lógicamente, no significa absolutamente nada pero que hacía gracia a la legión de seguidores del cómico malagueño.

Algo parecido -lo de llamar la atención- parece que ha querido hacer el delegado de Agricultura en Córdoba, Francisco Zurera, quien ha defendido a capa y espada el potencial del sector cerealista cordobés con datos y números en la mano, cifras con las que puede replicar a Chiquito diciendo "Sí te digo trigo, pero trigo cordobés y del bueno".

Y es que la campaña cerealista ha echado el cierre en Córdoba con precios y rendimientos que invitan al optimismo, ya que hacía años que el mercado no se mostraba tan movido en este sector, aunque dicho sea de paso, habrá que ver también cuánta de esa alegría en los mercados ha llegado al sufrido agricultor, forzado vender a pie de cosechadora ante el temor de un descenso brusco de los precios.

Pero más allá de la moderada satisfacción de Zurera sobre el sector del cereal, para el que se prevé una tendencia al alza de los precios durante la próxima década, llama la atención que el delegado de la Junta salga en defensa de un cultivo tan ligado a Córdoba y al que parece que nadie echa cuentas. Se ha ensalzado hasta la saciedad, y habrá que seguir haciéndolo sin duda, la calidad de nuestro aceite de oliva como uno de los motores económicos del campo cordobés. Hemos alabado por todos los rincones la valía de los vinos Montilla-Moriles, la exquisitez de los jamones de Los Pedroches, el paladar del membrillo de Puente Genil o el sabor de la naranja de Palma del Río. Pero, ¿y nuestros trigos?

Pastas, panes y dulces, además de alimento básico e indispensable cientos y cientos de generaciones, entre otras cosas, serían inimaginables sin el fruto de nuestros paisajes de espigas, tan cordobeses que hasta el mismísimo Chiquito de la Calzada se inclinaría, haciendo ese gesto tan característico suyo para lanzar un "¡jarrrl; por la gloria de mi madre!".

Ahora que tanto se ligan los productos de calidad a la tierra que los emana y a las tradiciones de los pueblos, también es justo buscar un lugar para un cultivo tan propio como el trigo, de cuya importancia dan cuenta también algunos documentos históricos y que reseñan, por ejemplo, que la fértil campiña de Santaella era conocida como el Granero del Califato, sin olvidar tampoco el papel medioambiental de los agricultores cerealistas de la zona Norte, cuya acción es clave para la conservación de las aves esteparias de Los Pedroches o del Valle del Guadiato. Pues en esa reivindicación de nuestros trigos y de su calidad anda metido nuestro delegado del Agricultura, al que algunos le podrán discutir sus resultados, pero no su dedicación, ganas y preocupación por el campo cordobés. La prueba es que va a tener que recurrir al mismísimo Chiquito de la Calzada para poner de acuerdo a un sector, el del cereal, en el que cada uno va a lo suyo. "¿Cómorr?" Pues sí, industrias, cooperativas y agricultores hacen (o han hecho hasta ahora) la guerra por su cuenta y sólo ese nuevo invento de Francisco Zurera llamado Mesa del Cereal parece ser el foro en el que las partes de un mismo todo se sienten y hablen de lo que les une y de lo que les interesa a todos, aunque para ello tenga que remangarse y exclamar un "¿te das cuen?".

Que el cereal (trigo, avena, cebada o tranquillón) tiene un peso histórico y económico en la provincia cordobesa no sólo es un clamor de Zurera y de su imaginario compañero Chiquito, sino que lo avalan también los sufridos números. En esta última campaña, la que ahora acaba, Córdoba atesora 130.000 hectáreas de superficie sembrada, 7.300 agricultores, una producción valorada en 98 millones de euros, 15 empresas agroalimentarias de harinas y pastas y 29 industrias de piensos. "Cuidadín" y "¡hasta luego Lucasss!".

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