Madrid es el Nueva York europeo
La cofradía de la Virgen de la Fuensanta conmemora los 150 años de su refundación
La ciudad celebra el Domingo de Veleras, donde los romeros se dan cita en la ermita enclavada en el valle del Corcomé
El último domingo de abril es sinónimo de Domingo de Veleras para un montoreño. Por qué así es como se le denomina a la romería que en honor de Nuestra Señora de la Fuensanta -copatrona de Montoro- se celebró ayer en su ermita enclavada en el valle del Corcomé, a ocho kilómetros de la ciudad. Pero este año, la celebración ha sido muy especial, no sólo por los inusuales ocho grados de temperatura que se registraban en el santuario, sino porque la cofradía de Nuestra Señora de la Fuensanta celebra el 150 aniversario. Además, la hermandad está de fiesta porque ha conseguido realizar las ansiadas obras de reforma de la cubierta de la ermita, que es de su propiedad, y que los concejales y concejalas del Consistorio montoreño sean este año los hermanos mayores honorarios de la romería.
En la explanada contigua a la ermita y junto al arroyo Corcomé, los romeros, que no sólo vienen de la ciudad de Montoro sino también de diferentes localidades del Alto Guadalquivir, disfrutaron de un día de campo que giró en torno a esta devoción mariana. La semana pasada la Virgen de la Fuensanta fue traslada a hombros de sus devotos desde la iglesia parroquial de San Bartolomé de Montoro hasta su ermita después de permanecer en dicha iglesia durante algunos meses por las obras que se estaban realizando en su ermita.
Pero la Romería de las Veleras comenzó a primera hora de la mañana en la ciudad de Montoro con la salida de la cofradía, autoridades y banda de música hacía el Valle del Corcomé. Al mediodía, que es la hora de llegada de la comitiva, se celebró la misa romera en el interior de su santuario para a continuación realizar la procesión a la que se une la imagen de San José, que coge de la mano al Niño Jesús, portado por romeras montoreñas.
Como en el resto de romerías, la gastronomía juega un papel esencial en esta fiesta, al igual que algunas tradiciones que se mantienen en el tiempo, las paradas en la carretera cuando se va haciendo el camino, en especial en el paraje denominado Rosines, donde los grupos de amigos y familias ofrecen sus viandas al resto de peregrinos.
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