Lucena vuelve a felicitar a la Virgen de Araceli en la iglesia de San Mateo Apóstol entre los turbulentos recuerdos de un mayo huérfano y la nostalgia de un futuro con la sencilla alegría de la Madre de todos.

La soledad física de un año atrás torna en protección visible desde el presbiterio donde más ruegos, confidencias, promesas y agradecimientos retumban en silencio. La pandemia continúa posponiendo actos públicos y masivos como la ofrenda de flores, la salutación en la medianoche de la onomástica aracelitana de los Campanilleros de la Aurora o la procesión y tanto la corte de damas como la pregonera envuelven y custodian, un año más, sus emociones inimaginables y únicos momentos de cercanía mariana.

La explosión multitudinaria de júbilo aracelitano se difiere, ahora, hasta el 2022. Una certeza inamovible digerida en esta Gloria de la Resurrección sin la amarga soledad de la pasada primavera. La distancia, desde Lucena a la Sierra, ha virado en proximidad diaria, ahora, también, de los devotos de cualquier punto de Andalucía, y las evocaciones audiovisuales se sustituyen por los ojos intercesores de la Patrona de Lucena y la luz eterna de su Hijo.

La Resurrección se multiplicaba en Lucena con el perpetuo regreso de la Virgen de Araceli y Lucena sobrelleva la transición entre abril y mayo con unos corazones apaciguados y reconfortados por el reino humilde de María en el presbiterio de la parroquia de la Plaza Nueva.

Una exaltación colectiva de nueve jóvenes, voces incipientes, reemplazaba la apertura tradicional de las Fiestas Aracelitanas. Rafael Romero Salas, Juan Manuel Osuna Almagro, Sierrita Ciriza Gutiérrez, Antonio Jesús García Montes, Carlos Hidalgo Prieto, Ángel del Espino Álvarez, Lourdes María Crespillo Burgos, José Gabriel López Viso y Manuel Franco Espinar refrescaron las proclamas de fe, amor y esperanza ante la Virgen de Araceli. Nueve testigos afortunados y asombrosos de las secuencias y estaciones indelebles de las Fiestas Aracelitanas. 

María Beato Gómez y Manuel Molina Carrillo aportaron exquisitos y magistrales sones musicales a una noche de clamor aracelitano en la que pervivieron íntimos sentimientos cargados de fervor renovado hacia la Madre que brinda amparo incondicional.

Las flores de tradición inveterada, inquietud imperecedera e ilusión inigualable se plasman, este sábado, en los balcones de Lucena. El papel, la creatividad y el arte doméstico suplen al desfile interminable entre el Paseo de Rojas y la iglesia de San Mateo de Lucena. Una comitiva desbordada que une a Lucena por la presencia de su Virgen.

Sin cohetes ni pétalos, velas con el escudo azul o la melodía excepcional del himno aracelitano pasadas las siete de la tarde, el Día de la Virgen, primer domingo de mayo, sí restituye la Misa del Campo Andaluz del maestro Antonio Villa Álvarez de Sotomayor, con la intervención de la Coral Lucentina. A las doce del mediodía, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, oficiará la primera eucaristía solemne de la jornada, retransmitida por Videoluc Televisión y, para todo el territorio nacional, por 13 TV. En la franja vespertina, probablemente en los instantes de más ardua compresión porque los fieles transitarán por la calle mientras la Virgen de Araceli aguarda en la presidencia del templo parroquial, el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, regresa a Lucena para oficiar, a las 20:30 horas, una eucaristía en la que participará el grupo musical Fraternidad.

El comienzo de la novena, en honor a la Virgen de Araceli, permanece inalterable en la noche del lunes, día de fiesta local, e inicio de una semana que culminará, el sábado y domingo, con una veneración extraordinaria, a la Patrona de la localidad, que propiciará el reencuentro, más impactante y cercano, con su pueblo.