Calentamiento global, un nuevo toque de atención

Es de vital importancia que las ciudades andaluzas se preparen para unos tiempos extremadamente cálidos. Muchos ayuntamientos parecen no ser conscientes

La ola de calor que se está registrando en Canadá y la zona norte de EEUU nos ponen de nuevo ante una verdad incómoda: el clima del mundo se está calentando y las consecuencias pueden ser catastróficas para la humanidad. De hecho, ya se han registrado más de 500 muertos por las altas temperaturas (que han llegado a alcanzar los 50 grados centígrados) en una zona del mundo que está acostumbrada a luchar contra las nevadas excesivas, pero no contra el calor. Podemos mirar lo que está ocurriendo en Canadá como una noticia exótica y ajena, algo que está pasando muy lejos de nuestros hogares y que no nos afecta. Nos equivocaríamos. Estamos, sencillamente, ante un nuevo fenómeno extremo que es producto de una subida general de las temperaturas en todo el globo que ya ningún científico serio discute y en la que la acción del hombre tiene mucho que ver. Uno de los efectos más negativos de la pandemia del coronavirus es que hemos olvidado los muchos otros problemas que tiene el plantea. La emergencia climática sigue estando ahí y este último año hemos dado pasos hacia atrás. Es necesario que, cuanto antes, retomemos la agenda climática, no para evitar el calentamiento (algo que es imposible), sino para amortiguarlo en lo posible. En este sentido, es muy importante la acción de los gobiernos municipales. Es de vital importancia que las ciudades andaluzas, una de las zonas del planeta que más sufrirá el calentamiento, comprendan de una vez que deben prepararse para un escenario que ya es muy adverso en verano. En las últimas décadas se han olvidado las antiguas sabidurías acumuladas durante siglos (el uso de la sombra, el agua, los muros anchos, etcétera) para construir ciudades que son auténticos hornos y se intentan enfriar con un desmesurado gasto de energía, que es una manera más de alimentar el círculo vicioso del cambio climático. Los ayuntamientos deben comprender de una vez por todas la inmensa responsabilidad que tienen y que es su deber ir reformando las ciudades y las dependencias públicas para que se consiga el máximo frescor con el mínimo gasto energético posible. Nos jugamos mucho en ello.

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