La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Cuando hay vida más allá de la política

La nueva foto de perfil en las redes de Sandra García, ex delegada del Gobierno, supone una señal muy saludable en un político

En los tiempos que sufrimos emerge con intensidad el lastre que supone estar dirigidos por políticos sin una profesión al margen de la actividad pública. No quieren soltar el sillón ni con agua caliente, llevan el cuchillo en la boca y se cambian de bando con la facilidad de Tarzán cuando se pasaba de uno a otro árbol. Lógico. Les va el condumio en ello. Pierden la vergüenza si hay que dejarla abandonada, manosean el concepto de amistad y venden a su padre si es preciso. Recuerdo cuando un líder político local le dijo en la Feria de Sevilla a todos los miembros de su séquito que ya podían relajarse, que no irían a más recepciones y que aprovecharan para tener una larga y preciosa tarde libre por delante. Hubo quienes pusieron cara de angustia, parecía que el cielo se desplomaba sobre sus cabezas y les faltaba el aire. No sabían qué hacer con tantas horas libres. Se quedaron sorprendidos. ¿No tenían amigos al margen de la política?, me pregunté. ¿Acaso nadie de la familia a quien visitar? Aquello fue una estampa penosa. Por eso tal vez el de no tener vida personal al margen de un cargo público sea quizás un problema todavía más grave que el de carecer de una profesión previa a la que retornar. Y también por eso me encanta cuanto significa la nueva foto de perfil que usa en las redes sociales la recientemente destituida delegada del Gobierno, la granadina Sandra García. Contamos los periodistas que la han cesado en una muestra del avance del sanchismo sobre Andalucía, dentro del cerco que se estrecha sobre Susana Díaz, como ruptura de una tregua pactada entre las partes hace poco menos de un año. Sí, todo eso es verdad, porque los visillos de la casa socialista ocultan muy poco de cuanto ocurre en el interior de las estancias. No he tenido el gusto de tratar con la ex delegada. Pero me suena muy bien su nueva y hermosa fotografía, donde aparece con su marido, en el campo y con arboleda de fondo. Una instantánea donde se aprecia esa vida personal que sólo puede aportar normalidad, que aleja de las obsesiones por una actividad (la política) que algunos toman no ya como un sacerdocio, sino como una droga, hasta el punto de poner todo en almoneda con tal de no dejar de estar colocados (nunca mejor dicho) y permanecer en el machito. Felipe fue el que proclamó una receta en tiempos de crisis del partido: "Militancia, militancia, militancia". Hay una todavía mejor: vida personal, familia, valores, acudidero, aficiones y relaciones al margen de la actividad pública y profesional y, por supuesto, la casa de uno. Una tarde libre nunca puede ser un problema.

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