La ciudad y los días
Carlos Colón
Por el bendito nombre que nos reúne
LUCAS se marcha con sobriedad, sin perder su estilo. Gustará o no, pero es el suyo. Realizó una última conferencia de prensa -sin la compañía de ningún alto directivo, lo que confirma la degradación interna del club-, dijo hasta siempre y se terminó. Ayer entrenó a los suyos y mañana, en Girona, dirigirá su último partido de Liga con el Córdoba. Cerrará en Montilivi dos ligas en las que su formación no frecuentó jamás los puestos de descenso ni los de ascenso. Dos campañas completas. Toda una hazaña en uno de los banquillos más inestables del país. Alcaraz optó por hacer un balance de sensaciones y no quiso tirar de estadística. Pero conviene no obviar, en la hora de la despedida, algún dato revelador. Sólo tres entrenadores blanquiverdes desde 1954 han ejercido durante dos campeonatos consecutivos sin ser despedidos: Juncosa (55-57), Roque Olsen (61-63) y Ortuondo (84-86). Todos lograron su continuidad después de ascender al equipo a Segunda, Primera y Segunda B, respectivamente. Alcaraz es, por lo tanto, el primer y único técnico en la historia del Córdoba que ha permanecido en su puesto dos cursos sin un salto de categoría de por medio. Con Lucas, el equipo alcanzó los octavos de la Copa por segunda vez en los últimos 40 años y en la liga pasada terminó en el décimo lugar, la mejor clasificación en 35 campañas. Sí, son éxitos modestos. Una minucia en cualquier otro sitio que no sea este Córdoba que vive en permanente angustia, con razones más que sobradas para sufrir un complejo de inferioridad del que lo suele rescatar alguna hazaña puntual o la llegada de una personalidad mesiánica. Y Lucas no era un santo, sólo un excelente profesional.
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