La política de serie B nos mata

El trabajo sucio en los partidos lo realizan voceros de apellidos que empiezan por B: Buxadé, Bendodo, Bolaños y Belarra

Las películas de serie B son cine de bajo presupuesto. Fueron ignoradas por los críticos y distribuidas sin publicidad. Cine negro o western, la clase B fue la respuesta de los grandes estudios a la caída de espectadores en la Gran Depresión. Algunas se convirtieron en clásicos y procuraron éxito a actores o directores. John Wayne empezó haciendo serie B, y una de esas películas lanzó a Humphrey Bogart. En España tenemos una serie B en la política nacional destinada a desacreditar rivales. Es la respuesta de los grandes partidos a la pérdida de interés de los ciudadanos y está lejos de ser ignorada; al revés, consigue titulares y publicidad a diario.

Los virtuosos de este estilo de poca clase tienen algo curioso en común: sus apellidos empiezan por la B. Aunque haya otros portavoces, ellos se ocupan del trabajo sucio. Buxadé en Vox, Bendodo en el PP, Bolaños en el PSOE y Belarra en Sumar cargan contra los adversarios sin recato. Cuando aparecen en nuestras pantallas ya sabemos que van a desenfundar. Están instruidos en el juego duro; parecen entrenados por Bordalás. El desempeño es desagradable, pero tanta destreza casi nos convence de que disfrutan con su labor.

A Buxadé sólo le falta la espada de fuego. Para él no existe la violencia de género, porque “el género es un concepto ideológico”. Así lo pactó con el PP en Valencia. Por eso esta semana, con dos mujeres asesinadas, PP y Vox no se pusieron detrás de la pancarta contra la violencia machista ante las Cortes valencianas. Quienes le quieren bien aseguran que Bendodo es un gran vendedor y preferiría un papel positivo. Puede que sí, pero su antisanchismo le puede. La última es que ha asegurado que el PSOE de Sánchez es como la Unión Soviética con purgas incluidas. Conduce sin freno. Quizá no sepa el bisoño colaborador de Feijóo que las purgas en la URSS causaron millones de muertos.

El caso de Bolaños es más delicado. El ministro de Presidencia de un gobierno de todos debería ser más comedido. Se da la circunstancia, además, de que Bolaños es secretario federal de Ética en la ejecutiva federal del PSOE. Pero le va la marcha. Esta semana ha simplificado el proyecto de Feijóo en “generar odio entre los españoles”. Y Belarra dispara contra todo lo que se mueve, pero sobre todo hacia dentro de Sumar. Ahora pide una amnistía para Irene Montero, para que siga de ministra a pesar de sus errores y amenaza con los cinco diputados de Podemos.

Como si fuesen personajes de un western o un cine negro de serie B, nuestros políticos de clase B nos matan.

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