Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Un paréntesis cerrado

Tras la alegría de los días pasados percibimos que a lo mejor deberíamos habernos reservado los anhelos

Los días de excesos ya pasaron. Se emborronan ya en nuestra memoria los elaborados manjares de hace dos semanas, esas cenas y almuerzos reducidos, los turrones y el cava a los que no volveremos a ver en un año. Ya se acabó lo de bucear en las tiendas para encontrar el mejor regalo para la novia, para la madre, para el hermano. Se cerró el paréntesis de la Navidad, se le puso punto y aparte, se le metió un intro y se comenzó a redactar un nuevo párrafo, un nuevo capítulo.

Tras un frenético periodo en el que hicimos lo mismo de siempre, pero con más ganas, ahora toca poner de nuevo los pies en la tierra. Volvemos a sintonizar Canal Sur para ver qué nos dice el presidente, analizamos los datos con las navidades como punto de origen de todo lo que está por venir, nos retrotraemos a septiembre, pero en enero y con más frío (y también nieve, pero esto solo en Madrid). Puede que tuviéramos tantas ganas de hacer normal un trocito de 2020 que no nos dimos cuenta de que no estamos preparados todavía para volver a ser lo que fuimos.

Ahora, tras la alegría de los días pasados nos damos cuenta de que a lo mejor deberíamos habernos reservado los anhelos para cuando nos esté permitido ser felices sin matices, sin barreras, sin toques de queda. Pero, quizá, no seamos capaces de renunciar a la satisfacción de sonreír. Puede que no estemos preparados para ser tan contenidos, no para incumplir las normas, sino para abrir los brazos a la alegría tanto como nuestro cuerpo y la ley nos permitan.

Ahora, cuando todo regresa a la senda del orden y de la naturalidad es cuando echamos la vista atrás y pensamos que sí tendríamos que haber renunciado a esa porción de búsqueda de la entelequia pasajera si con ello salvábamos a nuestros yos futuros. Ha quedado tan claro que de ésta no salimos mejores que nos hemos abandonado al egoísmo y hemos bajado el volumen de los primeros aplausos sanitarios hasta tenerlos casi silenciados.

Resignados y en busca de resiliencia nos vemos inmersos ahora en otros bojas y en nuevos boes, revisando si llevamos los salvoconductos en el bolsillo, usando más la mascarilla ffp2 que la quirúrgica, puede que arrepentidos. Estamos de nuevo hablando de olas y no precisamente de frío, reservemos las ganas que difícilmente nos queden para cuando podamos ser mejores.

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