La vuelta olímpica

Francisco / Merino / Pmerino@ / Eldiadecordoba.com

La palabra y las razones

LA experiencia no sirve para evitar los golpes, pero sí para amortiguarlos o incluso encajarlos con donaire. Antes de que el personal comenzará a asaetearlo con la preguntita de marras -¿de verdad se irá usted el día de San Rafael?-, Campanero ha visto -sin ningún desagrado, todo hay que decirlo- cómo el asunto de su anunciada -por él mismo- marcha de la presidencia el próximo 24 de octubre ha saltado al ruedo mediático en una operación que reafirma la habilidad del longevo mandatario para lidiar en terrenos pantanosos, donde lo deseable y lo conveniente no siempre se dan la mano. Campanero va seguir siendo el presidente del Córdoba después del 24 de octubre y lo será hasta que los acontecimientos le aconsejen -mejor sería decir le obliguen- tomar la puerta y decir adiós. No se puede saber cuándo. Y, vistos los antecedentes, tampoco se espera que el veterano rector se meta de nuevo en líos al poner fecha de caducidad a su legislatura. Ya lo ha hecho varias veces y siempre dio marcha atrás, lo que le ha acarreado un aluvión de críticas -y las que quedan- y hasta de juicios morales que le conminan a ser coherente con su palabra. Qué cinismo. Cómo si la palabra dada valiera algo en el ámbito del fútbol o -por desgracia- en el mundo real, en el que juramentos, compromisos y hasta firmas de puño y letra se toman con vomitiva ligereza. ¿Qué me están contando? Campanero les dirá a sus consejeros el próximo martes que no se va. Que no puede irse. Que el máximo accionista de la entidad, José Romero, no se merece que se le creen más problemas que los que ya tiene. Y por cierto, ¿qué gana el Córdoba si Campanero se va el 24 de octubre?

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