Un novísimo poder político

Como aludían en Vallecas paseando una caja mortuoria, es legítimo pensar que el fútbol ha muerto

El locutor que daba el partido en directo explicaba que el tan escaso púbico, prácticamente nadie, quizá se debía al frío, la hora, día laborable… pero debía estar mintiendo: había salido en los medios y redes sociales que era debido a un boicot de cinco minutos que las peñas habían convocado en protesta por los partidos de los lunes y, además, porque a su equipo ya le habían asignado unos cuantos. Encuentro Alavés-Rayo. También en otro partido y por el mismo motivo, las peñas habían anunciado que, durante dos minutos, del 10 al 12, renunciarían a presenciar el juego volviéndose de espaldas al campo. El locutor, que, lógicamente, debía estar presenciando el acontecimiento, no hizo ninguna mención al mismo y continuó con su tarea convencional y las cámaras, por su parte, tampoco mostraron imagen alguna de las gradas. Partido Rayo Vallecano-Leganés.

Como aludían en Vallecas paseando una caja mortuoria por el graderío, es legítimo pensar que el fútbol ha muerto, que esa actividad tan específica de juego, azar y esfuerzo, romántica y soñadora, ha iniciado un novedoso camino ideológico y tecnocrático en los altos niveles de gestión. Los nuevos lenguajes que se tratan de imponer no hablan de fueras de juego o de estrategias deportivas sino de rentabilidad, de PIB y de retos económicos. Y para que nadie se lleve a engaño, un anuncio televisivo repite una y otra vez: Esto no es fútbol, es la Liga, mientras su presidente insiste: Yo no hablo de fútbol, hablo de industria. Sólo criterios mercantiles dirigen la planificación; los aficionados tienen que aceptar el baile de horarios a conveniencia del negocio; y al fútbol menor, para sus partidos, no le queda un hueco sin estorbo de los grandes. Y las apuestas ¿?

Pero ocurre que, escondido en el marasmo mercantil, apoyado en las inmensas ganancias y la alta incidencia social, se esconde un novísimo y oscuro poder político ("El marco actual convierte a Tebas en ministro de Deportes y hay que pararle los pies". Rubiales dixit). Político, además, en el peor sentido del término porque goza de preeminencia sin tener ningún control efectivo ni oposición interna. Que se ha descubierto controla otras parcelas deportivas y se está estrenando con el ejercicio de la censura. Como en los peores tiempos. (Y si alguien por curiosidad pregunta su color político, de momento Tebas ha dicho que España necesita una alternativa tipo VOX).

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