La Gloria de San Agustín

Rafalete

El nombre de las cosas

Quieren ponerle a la estación de tren el nombre de Julio Anguita y como pasa con todas estas cosas, hay quien está de acuerdo y quien no

Julio Anguita.

Julio Anguita. / El Día

Esta semana he leído aquí, en mi Día, que quieren ponerle a la estación de tren el nombre de Julio Anguita, y como pasa con todas estas cosas, hay quien está de acuerdo y quien no. Yo creo que es un hombre al que se recuerda mucho, que fue muy importante, y a lo mejor es bueno de vez en cuando olvidarse si fue de un partido u otro, que hay cosas, muchas, que están por encima.

Durante unos años Anguita estuvo viviendo por la calle Polichinela, una de las que salen a Santa María de Gracia, cerca del Horno de la Cruz, que hacía unas magdalenas que te dejaban sin sentido. Y claro, por aquí lo veíamos mucho, con su pipa, su gabardina y su bolso de mano, que siempre llevaba uno. Siempre como pensando, como muy metido en sus cosas, tanto que te daba cosa acercarte a saludarlo y a charlar un rato con él.

A pesar de eso, yo lo paré unas cuantas veces, la verdad, y aunque era un hombre muy serio, también era simpático, que se pueden ser las dos cosas al mismo tiempo. Me escuchaba con atención, y dejándome hablar, que eso no lo hace todo el mundo, también es verdad que yo no lo paraba mucho, porque un alcalde siempre tiene muchas cosas que hacer.

Luego se mudó, cerca de donde está la casa de Manolete, donde ahora han puesto un restaurante de esos que necesitas medio riñón para pagar. Luego ya se fue para Madrid, que allí se tiró unos cuantos años, que es cuando ya se hizo más famoso, porque lo conocieron en toda España. Muchos lo llamaban el Califa, y la verdad es que tenía su lógica, y estoy hablando del físico, que si se ponía un turbante ya lo cuadraba.

El nombre de las cosas es importante, y más en una ciudad como Córdoba, y yo creo que tenemos gente muy valiosa que se lo merecen, al igual que los nombres de las calles. Que una biblioteca se llame Antonio Gala y otra Cántico, que fueron todos unos pedazos de poetas, sobre todo García Baena que era del barrio, es lo más normal, y también es normal que la estación se llame Julio Anguita. Porque a todos no nos gusta la poesía, o no nos gustan esos poetas, pero no les vamos a quitar ningún mérito, y lo mismo hay que hacer con Anguita, me parece a mí. En fin, que esperemos se pongan de acuerdo y pase lo que tiene que pasar.

Como también espero que se arregle el tema de los cines de verano, que es una cosa muy nuestra que no puede desaparecer. Y es que si nos vamos quedando sin lo nuestro, convertimos a Córdoba en otra cosa, en una mentira que no es, y no creo que eso sea bueno de ninguna de las maneras. Ojalá la semana que viene podamos ya decir algo fijo, y que nos contente a todos.

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