SIETE años después de su nacimiento y cuatro después de su adjudicación, el Palacio del Sur, al menos como se ha entendido hasta ahora, ha muerto. La Gerencia municipal de Urbanismo hizo público ayer un comunicado en el que señalaba que Ferrovial renuncia a realizar esta obra ante la imposibilidad de obtener la financiación económica necesaria para afrontarla. Se cierra así el capítulo de una historia que nació gafada y que se ha gestionado peor. Desaparece de este modo el que iba a ser emblema de la ciudad en el siglo XXI, una obra llamada a ser referente arquitectónico en todo el mundo surgida del privilegiado talento del arquitecto holandés Rem Koolhaas. Concluye aquí la aventura que el Ayuntamiento inició con el socialista José Mellado al frente de Urbanismo en 2001 y que posteriormente se convirtió en enseña de la gestión de Izquierda Unida -hasta el punto de enseñar la maqueta en el mismísimo Nueva York-. Llega, pues, el momento de lamentarse por la ocasión perdida, culpar a la constructora por el retraso en definir su postura y prometer que Córdoba contará con un Palacio de Congresos que responda a su importancia. Incluso el presidente de la Gerencia, Andrés Ocaña, afirma que se podría mantener el mismo proyecto una vez modificado -y cobrado, habría que añadir- por su autor. Pasaríamos a una nueva idea centrada en el centro de congresos y ampliamente alejada de los casi 200 millones de euros en los que se había situado el coste del edificio de Koolhaas.

Y es que quizás de tanto hablar de él hayamos perdido la perspectiva, pero la caída del Palacio del Sur supone algo mucho más grave: la pérdida de un referente de futuro, la constatación del fracaso de una gestión y, de paso, la eliminación de una de las banderas de enganche de la tan reclamada Capitalidad Cultural. El Ayuntamiento se esfuerza en mostrar que existen alternativas y que se trabaja en ellas con denuedo cuando quizás debería asumir que la idea se ha convertido en un despropósito y ha llegado el momento de borrarla del imaginario cordobés para afrontar otros proyectos. Seguro que políticamente eso es más traumático, pero para los cordobeses sería mucho más económico.

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