Marlaska, el ex juez estrella

Crónica personal

Fue uno de los jueces más admirados en tiempos no tan pasados. Implacable contra ETA, se mantuvo firme cuando desde el Gobierno de Zapatero se advertían gestos de cercanía y comprensión hacia personas afines a la banda terrorista. Nunca se doblegó ante presiones del poder, y las tuvo tiesas con algunos mandos políticos del PSOE. Siempre se declaró independiente, no mostraba simpatías claras por un partido ni estaba afiliado a ninguna asociación judicial, pero aceptó la propuesta del PP de presentarlo como candidato al CGPJ. Fernando Grande Marlaska era un juez tan bien aceptado socialmente, un juez que no se vende, que cuando apareció en el primer Gobierno de Pedro Sánchez como ministro de Interior, el sentimiento generalizado fue que se trataba de un gobierno fiable. Marlaska “blanqueaba” la imagen de un Sánchez.

Pronto llegaron signos de irracional servilismo al jefe, aunque no fue Marlaska la única figura que cayó en esa obediencia absoluta. En estos años de ministro ha acumulado méritos para que la admiración haya sido sustituida por decepción; incluso por rabia, al ver cómo un hombre al que se había situado en un pedestal, era bajado de él porque no respondía como se esperaba a decisiones del Gobierno que eran claras agresiones a la independencia de los jueces e intentos intolerables para desmontar operaciones de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Cuerpos que incomodaban profundamente a un Ejecutivo necesitado de neutralizar el trabajo de jueces, policías y guardias civiles que, profesionalmente, no hacían distingos entre la corrupción de los jefes y la corrupción de los simples mortales. Era corrupción en los dos casos.

Son muchas las figuras que se han pasado a las filas del sanchismo echando por tierra las biografía que los había convertido en referentes de la moralidad y la eficacia. Pero duele más en el caso de Marlaska porque ahora no levanta la voz para defender a la Policía y la Guardia Civil. Los deja bajo las patas de los caballos cuando desde el Gobierno se pone en marcha una operación de desprestigio, acoso y derribo a un cuerpo como la Guardia Civil y a la UCO, que tanto servicio hizo a España cuando abanderó la lucha contra la corrupción de gobiernos anteriores y por su trabajo de investigación para que fueran condenados poderosísimos personajes. Tiempos en los que los socialistas elogiaban el buen trabajo de una UCO. Ahora esos mismos socialistas intentan presentarla como una unidad corrupta, buscando un único objetivo: que se anule su trabajo investigador y se salven los parientes, amigos y colaboradores de Sánchez imputados por presuntas actuaciones delictivas. Porque de eso va la “operación anti UCO”.

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