Grado de vida

Recuerdo cuando eras pequeñita y siempre decías estar “clanquilita”, tu palabra particular, no te rías, para tranquilita, mientras, en lugar de caminar o incluso, llámame loco, correr, ibas de un sitio a otro dando volteretas (alguna foto tuya debe tener un turista chino, saliendo así de la boca de metro de Rossio). Yo solía llevarte de la mano rodeando tu muñeca con mi índice y mi pulgar para que no te escaparas. Y rabiabas. Recuerdo también que pasear con vosotros por cualquier parte era un cálculo matricial: de mayor a menor en fila india; ahora cambiamos, de menor a mayor en fila india… Al segundo o tercer cambio, Mary Buff aparecía y soltaba: claro, a mí, que voy clanquilita (en esto insisto yo), no me toca nunca ser la prime. Y tenías razón. Así que de mayor a menor, de menor a mayor, y luego también la segunda primero, la tercera primero…tú.

Ha llovido, María. Y eres una mujer de una pieza. Esta semana que comienza te vas a graduar en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. No te graduarás de postureo (que, en sí mismo, no es malo, aunque un poquito ridículo), sino con la constancia de haber superado ya todas las asignaturas de tu grado, licenciatura diríamos los antiguos, y coronarte con un brillantísimo TFG y unas prácticas literalmente de diez absoluto. Mira lo que son las cosas: en el camino que te has labrado, María, te has colocado en fila india tú sola como te ha dado la gana y has sido la primera. Nariz hinchada, sonrisa chula, resoplido cómplice.

Esa chiquilla campeona de gimnasia, que superó una lesión grave, que se trabajó su rodilla dos veces, con una voluntad de hierro y una franqueza solo para los muy heavy, es una curranta de lujo: genuina y vital, directa y sencilla, el solecito indomable. Te diré un secreto: controla, pero no te domes; mesúrate, pero no te entregues. No te endioses, pero me molas mucho.

Orgullo es poco, María. Ya no te cojo de la muñeca. Voltea lo que quieras. Yo te miro desde aquí, baba caída, para decirte que te quiero, Mary Buff.