En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

El chico de la Stratocaster

A Santi Murillo Zamorano se lo debía desde hace ya casi 20 años. No sé si se acordará de lo que voy a contar, de por qué le debo enmendar un error imperdonable en un periodista y que él sufrió. Rebobinemos. El siglo XX entraba en su recta final y Santi lo despedía de ensayo en ensayo y de bolo en bolo sacándole los mejores riffs a su inseparable Fender Stratocaster junto a ese alumno aventajado de Rosendo que es Manolo López El Toqui, también a la guitarra y a la voz, María del Mar Sánchez como solista, Natalia Sánchez al bajo, Jorge Cabanillas a los teclados y Tony Franco a la batería. Se llamaba Algo de Qué ese grupo de componentes de Hinojosa del Duque y de Belalcázar que empezaba entonces -con un rock fresco que mezclaba el estilo de Leño con el de Luz Casal- a intentar en plan amateur abrirse paso en ese dificilísimo camino que es el de la música.

Un día quedé con ellos para hacerles un reportaje que salió publicado en el diario en el que un servidor trabajaba entonces. Creía que había escrito ese reportaje de una manera más o menos decente hasta que Tony me dijo que a Santi le había cambiado el nombre, confundiéndolo con otro guitarrista hinojoseño, Sabalete. Tierra trágame, pensé. Me daba vergüenza incluso preguntar cómo le habría sentado ese cambio de identidad por ese exceso de confianza del que a veces pecamos los profesionales del periodismo. Algo de Qué fue savia nueva para la música de Los Pedroches. Eran diferentes a todo lo que se había escuchado hasta entonces. Cada vez que sonaba su Rock del picapedrero o aquella versión que hacían del Maneras de Vivir de Leño era imposible no rendirse a esas melodías.

Desde entonces le he seguido los pasos a quien ya desde los seis años destacaba musicalmente hasta llegar a dominar, además de la guitarra, la flauta, la bandurria y el piano. Santi también tuvo desde muy temprana edad una facilidad imponente para componer. En esto de la música su tesón es envidiable. No sólo ha ido saltando de banda en banda con más o menos suerte, también ha trabajado como músico y técnico para Rosendo, Patricia Manterola, Raimundo Amador y Antonio Orozco, entre otros.

En la actualidad Santi juega a dos bandas musicalmente hablando, integrando el grupo de versiones Cajón Desastre, y como miembro de Calle Alegría, grupo que últimamente se ha hecho popular en Córdoba con un tema que se puede definir como un rock con pequeñas gotas de regetón, al que han titulado Dame Salmorejo. Con Calle Alegría ultima ahora el videoclip de otra canción, Todo es posible, con el único objetivo de recaudar fondos para la investigación contra el cáncer y que se ha filmado, entre otras localizaciones, en la Unidad de Oncología Infantil del Hospital Reina Sofía. Te lo debía, Santi. Mucha suerte.

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