LA alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, y su homólogo de Sevilla, Juan Espadas, rubricaron ayer en el Ayuntamiento el protocolo de colaboración mutua dentro del Eje de Grandes Ciudades en el que también se integran Málaga y Granada. El convenio, con una vigencia de tres años prorrogables automáticamente, pretende "aprovechar las oportunidades del territorio y desarrollar proyectos en las capitales andaluzas". Al tiempo, el texto firmado rompe con un distanciamiento histórico y sin sentido según el cual ambas ciudades habían vivido de espaldas la una de la otra en virtud de desavenencias nunca explicadas. El acuerdo es ambicioso y pone la mirada en superar las fronteras autonómicas y nacionales y buscar en Bruselas una vía de financiación para poner en marcha proyectos conjuntos en diferentes ámbitos de actuación. La iniciativa, a la que no cabe más que aplaudir y recibir con los brazos abiertos, pretende "aunar objetivos en innovación y eficiencia energética", dos áreas que se incluyen dentro del plan Juncker y que cuentan con cuantiosas partidas económicas dentro de la estrategia 2020 de la Comisión Europea. Una de las primeras consecuencias puede ser la recuperación del sector de la construcción a través de los proyectos de rehabilitación de viviendas, encaminados a hacerlas más sostenibles energéticamente. La segunda derivada tiene que ver con la intención de Córdoba y Sevilla de convertirse en "el eje de innovación más atractivo del sur de Europa". Ahí, proyectos como Rabanales 21, el centro de innovación del Baobab o las múltiples iniciativas que están surgiendo en la provincia de la mano de jóvenes emprendedores ven una vía abierta no sólo a su mera supervivencia sino a registrar un crecimiento y un potencial de conocimiento en el exterior que puede ser determinante. Estas medidas irán acompañadas en el futuro con el desarrollo de un gran proyecto turístico y cultural en el que también estarán presentes Málaga y Granada y que, bien encaminado, puede servir a Córdoba para dar ese salto cualitativo y cuantitativo que tanto necesita su sector turístico. La situación estratégica de la capital, su condición de nudo de comunicaciones y la incuestionable calidad de su oferta patrimonial y gastronómica son armas de las que hay que obtener el mayor rédito posible. Consideramos, en definitiva, que el eje estratégico que está comenzando a andar no tiene más que connotaciones positivas para el futuro de la ciudad y esperamos que las buenas perspectivas que ofrece no se queden en meras declaraciones de intenciones y buenas palabras.

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