La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El actor Espadas no es sanchista

Le ha tocado vivir un tiempo adverso en el PSOE para su forma de ser, pero demuestra saber gestionar la coyuntura

Hace muy bien Juan Espadas en sacudirse cualquier condición de sanchista. Cualquiera que haya tratado mínimamente al alcalde de Sevilla sabe que tiene muy poco que ver con el líder fatuo, avieso cual hijo de Zapatero, marquetiniano y perversamente hábil que habita en la Moncloa. Distinto es que le haya tocado convivir con Sánchez y no con Felipe González, que tenga que tragarse algún sapo que otro como el de los indultos, que sea vinculado con el peor presidente de la democracia, un tipo capaz de mentir compulsivamente, pactar con filoetarras y olvidar cuanto dijo el día anterior para cambiar de careta en menos de veinticuatro horas, y que en el futuro tenga que responder a cuestiones más que incómodas que surgirán en los años que restan de mandato, porque la legislatura será agotada con toda seguridad. ¿Cuándo se va a ver Sánchez en otra? ¿Cuándo los de Podemos? ¿Y cuándo van a tener los separatistas, nacionalistas y herederos de ETA un presidente tan manejable como el actual? No sean ingenuos, no habrá adelanto electoral por mucho que el PP ventee un cambio de ciclo. Y en este teatro de los horrores se ha colado mi Juan como candidato a la Presidencia de la Junta y futuro secretario general del PSOE andaluz. Espadas es un sanchista coyuntural. Ni sus formas, ni su estilo, ni su credo tienen nada que ver con el mejor icono de la política actual: ese perfil de tardojoven (tardoniñato para muchos) que te da la paliza en las redes con la ficción de una imagen de hombre saludable, que hace deporte todas las mañanas y dedica el fin de semana a la familia. Mi Juan va a misa, come fuera de casa, de vez en cuando engorda y otras veces pierde peso, lleva largos los bajos del pantalón, se lleva bien con arzobispos y cardenales, celebra el día del Orgullo y tiene el buen gusto de no darnos la brasa con las fotos, vídeos y secuencias de su vida personal. Pero, ay, le ha tocado convivir con Sánchez y ser protagonista y colaborador necesario en el final del susanismo. Juan no es sanchista, simplemente gestiona el tiempo que le ha tocado vivir. Y encima le podremos dar las gracias por quitarnos a Susana Díaz de la primera línea de la política, como dijo Ayuso que los españoles le debían el favor de sacar a Iglesias de la política nacional. Y no se vayan todavía porque hay más. Impagable la frase de Espadas en la sede del PSOE andaluz para quitarse la escarapela de sanchista: "Aquí sólo hay una actriz y un actor, no hay director ni productor". La política es teatro, puro teatro. La gran verdad es que todo es mentira. Mi Juan no es sanchista. Y Susana se irá al Senado con un gato que recibirá caricias, muchas caricias.

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