El abuelo de mi marido siempre fue una figura esencial en la familia, pieza clave de engarce. Murió hace algunos años pero su recuerdo sigue muy presente; entre otras cosas, gracias a las muchas anécdotas con las que nos deleitaba en cada encuentro. Y es que desde hace un tiempo constato que la intensidad del recuerdo de los que se van está muy vinculada no solo a lo que vivimos con ellos, sino a lo que sabemos de ellos. Por eso, cada charla, cada batallita de nuestros mayores, de sus recuerdos y sus vivencias, se me antoja tan importante, convencida de que su memoria construye nuestra historia.

El abuelo Santiago nació en Santa Eulalia del Campo (Teruel), vivió la guerra y en sus últimos años publicó un libro. No lo escribió entonces, llevaba toda su vida en ello. Tomaba notas, lo combinaba con un diario, en el 36 empezó un cuaderno en el campo de batalla y entre lo mucho que escribía, lo mucho que leía y lo muchísimo que hablaba, lo del libro le fluyó fácil. Es cierto que la experiencia de la publicación y el espectáculo de presentaciones y firmas fue el mejor broche para una vida como la suya.

Cada rato con él era una retahíla de batallitas. Solía empezar con una pregunta retórica. ¿Ya te he contado? ¿Te he contado alguna vez? y sin expectativa de respuesta se lanzaba al fragmento. Piezas de su memoria que hilaba con maestría, episodios en el frente, capítulos de vida que relataba con una oratoria sosegada y acentico aragonés. Santiago vivió y luchó una guerra y aquella experiencia vital la trasladaba años después, sin ira, sin reproches, exponiendo la crudeza de aquellos años en el Bajo Aragón, pero sereno y reconciliado con todos.

Decía G. Michael Hopf que "Los tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres fuertes crean tiempos fáciles, los tiempos fáciles crean hombres débiles, los hombres débiles crean tiempos difíciles". Si lo pensamos, da mucho miedo.

Ahora que parece vivimos tiempos complejos, que avatares diversos han asolado nuestros días fáciles, no sabemos cómo saldremos. Si fortalecidos, si se hará real aquello de mejores y más unidos, veremos. Conscientes de que hemos vivido tiempos fáciles, desde nuestra debilidad adelantamos el trauma y la angustia ante lo que podemos vernos abocados a afrontar, ante lo que puede venir. Por su lado, aquellos hombres y mujeres fuertes -en su grandeza- y tras llevar toda la vida implorando que nunca viviésemos tiempos parecidos a los suyos, ponen el foco en los que ahora pueden tocarnos. Qué tiempos vendrán, qué hombres seremos.

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