Soñamos con ser eternos, con sacar plaza fija, con que el contrato por fin sea indefinido. Soñamos con tener tiempo, con lo duradero, con echar el ancla y alcanzar la estabilidad y, sin embargo, hay veces en que lo efímero deja huella y el sabor de lo pasajero o de lo breve, es del que nos queda el mejor regusto. Experiencias temporalmente limitadas, personas que pasaron casualmente y por un tiempo acotado por nuestra vida; compañeros eventuales, amores de verano, pasajeros ocasionales al lado. También lo fugaz hace mella. Que hay veces en que más allá de la entrega racional, de lo bien o lo mal que creamos hacerlo, el efecto en los demás, tiene que ver con el sabor que dejamos. Que más allá de lo que los otros nos den, la impronta la deja el rastro que de ellos nos queda. Porque el aprecio, el afecto y el efecto de otros en nosotros, y el nuestro en ellos, no siempre obedece a criterios justos, ni lógicos ni racionales. Conexiones sensoriales, comportamientos, actitudes, enseñanzas, admiración o repulsa. Efectos e impactos.

Riesgo común el echar raíces y aferrarse sin más. Sin tener claro a qué, ni por qué, ni para qué. Sin cuestionar el contexto, pero estar a toda costa, estar por estar. Consolidar trienios sin experiencia que amasar, pasar el tiempo sin que de ese tiempo nos quede nada, sin dejar nada, sin enseñanza ni impronta, ni encomienda definida. Aspirar a la eternidad sin legados que dejar. Perder el tiempo en afianzar posición sin meter nada de esencia en nuestro haber. Ojalá fuese más fácil, fuese simple estadística. Sería mucho más sencillo si se redujese a una cuestión de números, cálculos y porcentajes. Pero no, precisamente el error es pensar que la inversión de porcentajes de tiempos determinados en cada asunto de nuestra vida tendrá una rentabilidad fija y asegurada, pero no es así. Con esa visión no solo no suelen obtenerse los beneficios esperados, sino que, además, las variables se escapan continuamente de los planteamientos previos.

Tiempo de calidad versus tiempo en cantidad nos dicen a muchos quienes, desde el aprecio, intentan liberarnos y liberarse de culpa por prestar menos horas de lo deseable a la atención de cuestiones varias. Tiempo de calidad, de entrega y de implicación, frente a las horas eternas de un mero estar, del estar sin darse. Que todos hemos podido constatar que hay veces que el impacto de lo intenso arrolla con lo duradero. Tiempos de calidad, dedicación y compromiso. Estadísticas fuera, esto es la vida.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios