Confabulario
Manuel Gregorio González
Zapater y Goya
El balcón
Hay una referencia en Vox a la hora de hacer el ridículo. Tamames y Abascal han hecho un Olona. Si Macarena fue estrafalaria candidata en las elecciones andaluzas, Santiago no ha querido ser menos. Se sacó de la manga para la moción de censura a un anciano ególatra, gran intelectual y mediocre político, capaz de culpar a Largo Caballero de la Guerra Civil o a Estados Unidos de la de Ucrania, que es lo mismo que exonerar a Franco y a Putin. Ha salido escaldado. Tamames es un vanidoso errante. Del PCE a la lista de Armada como ministro de Economía, de IU a tránsfuga del CDS, para acabar como paladín de la extrema derecha. Un proceso similar al del banderillero de Belmonte: ha sido candidato a presidente, degenerando.
La moción ha brindado una exhibición de más de tres horas al presidente del Gobierno a quien Vox decía censurar. Sánchez repartió ese tiempo entre el autobombo y atacar al PP. Feijóo no apareció. No tenía por qué; no es diputado y se exponía a recibir codazos de Sánchez y Abascal en la astracanada. El presidente calificó la iniciativa de Vox de fraude o delirio, pero le pidió al jefe de la oposición que participase. Él mismo estuvo ausente durante la sesión del martes por la tarde, ¡y era el censurado!
Vox sale desacreditado de este esperpento. Sánchez, reconfortado. Y Yolanda Díaz, a hombros. En la anterior moción de censura el mejor discurso fue el de Casado. En esta ocasión ese mérito ha sido de la vicepresidenta, que aprovechó para ejercer el liderazgo a la izquierda del PSOE, presentar su idea de Sumar, y aparecer como el ticket con Sánchez que buscará la reelección en diciembre. Por el contrario, Podemos acaba el debate malhumorado; no hay química entre Díaz y sus compañeras Belarra y Montero.
El PP sale airoso del envite, pero golpeando a derecha e izquierda. Díaz Ayuso rompe con Vox, aunque la presidenta de Madrid los supera en radicalismo. Y dos presuntos moderados como Feijóo y Moreno explotan la dimisión de la directora general de la Guardia Civil. Es un abuso lo que ha dicho el presidente de la Junta en el Parlamento andaluz: comparar a Gámez con Roldán y la coca o mezclarla con los casos Mediador y ERE, por lo que hiciese su marido. El PP lleva meses defendiendo la inocencia de la alcaldesa de Marbella, aislándola de la implicación de su marido y de su hijastro en casos de narcotráfico. La abrupta intervención del jueves de Moreno contra Gámez es un bumerán. Se podría volver contra él y contra Ángeles Muñoz. Incluso puede llegar a ser un Olona.
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