La Gloria de San Agustín

Rafalete

Ser de barrio

Hay mucha gente acomplejada, como que les gustaría ser una cosa que no son o que no son lo que quieren ser

Iglesia de San Agustín.

Iglesia de San Agustín. / El Día

Yo nunca he entendido a esas personas que les cuesta decir que son de tal o cual barrio o que son de pueblo, como si hubiera algo malo en eso, cuando yo creo que es justamente lo contrario, me parece a mí. A mí me encanta decir que soy de barrio, y más siendo de San Agustín, que yo no creo que haya barrio mejor, igual como mucho.

El otro día lo hablaba con mis amigos y Soraya nos dijo a Cayetano y a mí que hay mucha gente acomplejada, como que les gustaría ser una cosa que no son o que no son lo que quieren ser. Vaya forma de darle vueltas a la cabeza, con lo fácil que es decir de dónde es uno, que no pasa nada, me parece a mí.

Como decir que se es de pueblo, que no pasa nada, digo yo, que si uno ha nacido en Posadas, Villafranca o Alcolea, pues muy bien, que para cada uno donde ha nacido es un sitio especial, que se quiere, o al menos yo así lo entiendo. Yo reconozco que parto con ventaja, primero por haber nacido en Córdoba, que eso es ya lo más grande, y después por ser de San Agustín, que sigue siendo casi el mismo barrio que conocieron mis padres. En algunas cosas ha cambiado, como todo en la vida, pero en lo básico sigue siendo el mismo. Que casi todos los vecinos permanecen, y hasta el estanco de la Piedra Escrita y unos cuantos bares, y los patios.

Lo que ya no, pero desde hace muchos años, es la piscina de la calle Zarco, a la que solo podían entrar mujeres y niños y que tan buenos ratos eché. Lo que daría yo por ver esa piscina de nuevo, que si alguien tiene una foto que me la mande, que yo la recuerdo como algo inmenso y seguro que no era así, o era menos.

Y es que ser de barrio, de Córdoba o del Córdoba, es una bendición, aunque a veces pasemos unos malos ratos. Aunque este año las cosas están muy entonadas, hay que reconocerlo, y cada vez me gusta más el entrenador, que es un hombre serio, fijo en lo suyo, sabiendo que el juego y los resultados iban a llegar. En fin, que la cosa marcha y esperemos que marche hasta el final. Que luego se puede, fiestón de los grandes, pero que si no se puede no es lo mismo que por no haberlo intentado o no haber sido capaces, y yo sé que mucha gente entiende lo que estoy diciendo.

Que ya estamos en Cuaresma, que febrero nos va a durar un plis, aunque este año tenga 29 días, que hace nada estábamos con los villancicos y ya estamos pensando en las torrijas, y hasta haciéndolas, qué cosa esto del tiempo. Ya ves tú, como si fuera ayer cuando iba a la piscina de la calle Zarco, de verdad, que menudos baños me daba y menudos bocatas me llevaba. Que ahora mismo los puedo sentir en la boca. Qué cosa.

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