La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Sánchez acierta cuando rectifica

Pedro ha acertado alineando a España con el mundo occidental y facilitando armas para que Ucrania se defienda

Las dos grandes decisiones que ha tomado Pedro Sánchez desde la invasión de Ucrania han sido acertadas y las dos suponen una enmienda a la totalidad de la política de pactos y alianzas que le condujo a la Moncloa y que le mantiene, con sobresaltos, en ella.

La primera, alinear plenamente a España con los esfuerzos del mundo occidental para preservar la libertad de la barbarie de Putin y suministrar armas al heroico pueblo ucraniano, cuenta con el respaldo de la oposición y con la oposición radical de parte de su Gobierno, guarecida en un pacifismo caduco, voluntariamente miope y moralmente miserable, que llama a los agredidos a rendirse para evitarse sufrimientos.

La segunda, reducir los impuestos que gravan la gasolina, la luz y el gas, supone cruzar la otra línea roja trazada por sus socios de Unidas Podemos, atenidos al pacto de coalición que contemplaba más bien una subida fiscal que la pandemia y la guerra han hecho inviable. De la rebaja fiscal inevitable lo que se puede decir es que ya está tardando. No se entiende muy bien por qué se aplazan medidas que ya se han tomado en Alemania, Francia o Italia, cuando los récords en los precios de estos suministros básicos y la inflación desbocada están creando problemas de abastecimiento y explosiones sociales.

Hay un tercer compromiso de Pedro Sánchez que marca un giro importante, y correcto, en su política internacional y de seguridad: el aumento de los gastos de Defensa hasta alcanzar en los próximos años el 2% del PIB nacional. Esto sí que no podrá hacerlo, porque el asunto va de presupuestos. ¿Acaso espera que Podemos, ERC y Bildu apoyen o dejen pasar un Presupuesto del Estado que casi duplique los gastos militares? ¿O confía en que un PP reconvertido, al que sigue acusando de rehén de la ultraderecha, haga política de Estado y le regale su continuidad?

España se desconcierta y agita ante dos misterios. Uno, qué hace Unidas Podemos -aparte de disfrutar de los sillones- formando parte de un Gobierno controlado por un partido belicista, que no es neutral ante la guerra sino que arma a una de las partes, incrementa los recursos militares, baja los impuestos y pretende congelar los salarios. Dos, qué hace Pedro Sánchez manteniendo en el Gobierno a un partido que rechaza sus políticas más trascendentales y se alinea objetivamente con Rusia.

Es lo que tiene acudir a los extremos en vez de instalarse en la centralidad.

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