La ciudad y los días
Carlos Colón
Por el bendito nombre que nos reúne
HUBO algo más que excusas. Bastante más. Se podría ver la comparecencia de ayer ante los medios de Rafael Campanero como la enésima aparición del longevo mandatario justificándose por no haber abandonado la presidencia, tal y como anunció en repetidas ocasiones, con la descarnada exposición un puñado de razones humanamente comprensibles que tienen que ver con valores como la lealtad, el compromiso, la valentía y, en resumidas cuentas, el sentido del deber. Campanero quiere irse, o eso dice, pero no puede, según cuenta el propio protagonista, ayer envidiable en su interpretación de mártir del cordobesismo. El máximo accionista, José Romero, confía ciegamente en Campanero. Campanero no puede defraudar a su patrón y mentor, el hombre que ha depositado sobre sus hombros la pesada carga del día a día de un club monumental, hiperbólico y generador constante de situaciones que exigen tomar decisiones. El CCF necesita que alguien le tenga sujetas las riendas y ése es Campanero, mal que les pese a sus detractores. No hay, hoy por hoy, alternativa. Con el modelo actual de club, desde luego que no. Y en medio de un panorama de crisis económica brutal, menos.
Campanero seguirá, sí, y esta vez ha optado por la vía más prudente: no se ha puesto fecha de caducidad. "No es momento de salir corriendo", dijo. Tampoco lo hará Prasa, la empresa que sostiene el tinglado futbolístico... aunque no eternamente. El futuro del Córdoba Club de Fútbol SAD pasa por un cambio en la propiedad. Una venta. Pero, antes, el club tiene que ponerse guapo, convertirse en un producto atractivo y dejar de presentar déficits bestiales. Campanero admitió que ya se han estudiado ofertas -una, con el ex presidente Manolo Oviedo como enlace, ha quedado descartada- y dejó entrever que hay alguna más en cartera. En los próximos días empezarán a salir a la luz globos sonda y tejemanejes de todo tipo. Como siempre, en Córdoba asombra lo desconocido, que es ni más ni menos que lo que viene sucediendo en la mayor parte de las empresas de fútbol en nuestro país y en Europa. El futuro ya está aquí. Se le puede recibir con hostilidad, con resignación o con naturalidad. Pero es inevitable. No hay más ley que la del mercado.
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