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Ignacio F. Garmendia
Ultramar
Crónica levantisca
Macarena Olona lleva varios días subida al caballo, eso es lo que se anticipa en los vídeos de Vox, que la candidata ecuestre anunciará hoy que concurrirá a las elecciones andaluzas del 19 de junio. Hubo un momento de duda en Vox, porque Olona es valiosa en el grupo parlamentario del Congreso, pero la decisión de Santiago Abascal significa que no desea tratos de cabales con el PP, que quiere colocarle a Juanma Moreno una vicepresidenta en San Telmo como anticipo de lo que pretende con Alberto Núñez Feijóo cuando lleguen las generales de 2023.
La marca de Vox está fuerte en estos momentos, porque suma a su electorado natural el de los enfadados que también votaron por Pablo Iglesias en aquel Podemos que no era de derechas ni de izquierdas, sino de la gente, aunque, en realidad, tal como se ha visto, sólo eran neocomunistas. Macarena Olona no va aportar muchos más a las siglas, pero su significado es la decisión de Vox de apostarlo todo. Y, luego, ya se verá si la diputada por Granada regresa a la escena nacional con motivo de las elecciones generales de 2023 si no logra ser la vicepresidenta de la Junta.
Tampoco creo que a su electorado le importe lo más mínimo, porque se encuentra en otra fase de razonamiento.
A Vox no le hace falta ningún programa. Es más, mejor que nunca lo aplique, porque perderíamos todos y cada uno de los andaluces con esa milonga soberanista de que se está mejor lejos de Bruselas, de sus normas, "leyes climáticas" y subvenciones, porque ha sido la Unión Europea la artífice del salto económico de España y, en especial, de Andalucía. Y la que sigue pagando las ayudas de la PAC.
Vox sigue siendo un enamorado, por ejemplo, de los hidrocarburos, le encanta la energía que se produce a partir del gas y del carbón, porque sostiene que al clima no le pasa nada y que las llamadas alternativas son una imposición ecologista. Lo que no cuentan, aunque a Marine Le Pen se lo hizo pagar Macron en el debate cara a cara, es que el gas y el petróleo están en manos de regímenes canallas, como el de Putin. Los combustibles fósiles son una cadena para el mundo libre, y lo vienen siendo desde que aceptamos como amigos a las monarquías del Golfo.
Pero es lo mismo, porque su electorado se encuentra en plena hiperventilación, ansiosos de que la amazona Olona comience a cabalgar.
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