Difícil salir del asunto, esquivar el tema y optar por el tono. Complicado aportar nada nuevo, imposible. Mi vida, como la de todos, ha pasado a centrarse en respetar pautas y probar a conciliar desde casa, sin cole y sin el soporte de nuestros mayores-cuidadores. La vulnerabilidad en primer plano. Y como todos, rodeada de vivencias cercanas, a las que este covid-19 les está jodiendo de manera muy especial, el 20. Eventos no previstos para la dramática coincidencia.

Y es que Silvia y Hugo se casan en dos semanas después de 22 años juntos de hecho y de hechos, pareja enamorada que por fin se ha decidido a celebrar lo bonito que tienen; el plan numeroso, un bodorrio, y se lo imaginan lleno de besos y felicitaciones, de bailes agarraos de los novios, los hijos prematrimoniales, la familia extensa y los centenares de amigos. Veremos.

Aurora, que después de una larga temporada, eterna para todas las que la queremos, ha optado por quitarse la pena y los 15 kilos de encima que le dejaron el desamor y la depresión y, entre los propósitos de este año, consumó el encargo del traje de gitana a la diseñadora de moda flamenca más top y más cara. Viajes a Sevilla de pruebas, elección de tela y complementos, solo le queda ir a recogerlo en una funda de la que todas ya estamos orgullosas. Veremos.

Y Sol, que aprovechó el último viaje de su yaya a Córdoba para elegir el regalo de la bisnieta materializado en el vestido de comunión, antes de volver a Urturi (Álava). Quedando emplazadas para disfrutar del convite multitudinario de inicio de abril. Veremos.

Estos, los dramas pequeños y particulares, no compiten con lo macroeconómico, ni con las rebajas de los tipos de interés del BCE, pero coexisten, son, están pasando. Junto a lo grave, lo trascendente de la pandemia, convive lo que parece insustancial o frívolo. Pensaba en todos ellos mientras mi marido, profe sin alumnos a partir de mañana, en su último paseo al cole que compartimos, eligió el modo aleatorio de Spotify y, la selección casual y fortuita, nos sorprendió a primera hora del viernes con Che sarà, sarà, de Jimmy Fontana; Don't stop me now, de Queen y Resistiré, del Dúo Dinámico. Después de reírnos juntos por aquel guiño del destino, señal paranormal, y asegurarme que no hubo preselección, las hemos convertido en nuestra banda sonora de la crisis. Así suena nuestro confinamiento, eso se oye de fondo en casa mientras permanecemos atentos a las indicaciones que se van sucediendo, a todo esto, a lo grande y a lo pequeño, aleatoriamente. Veremos.

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