Esta semana he pasado mucho tiempo con gente que se dedica a lo que quiere dedicarse. He tocado las vocaciones. Me he reunido con personas que han encontrado su camino y no tienen duda de estar en el sitio para el que nacieron. Los que viven en la fe, lo han traducido como misión apostólica -así me lo han verbalizado- hacen aquello para lo que fueron llamados, viven en la convicción de hacer lo que han venido hacer. Otros, sin análisis metafísicos, andan más que pletóricos por haber encontrado su pasión y siguen agradecidos a los avatares de la vida que los situaron donde se hallan, y que les ha permitido hacer de lo que les gusta, su ocupación principal.

En mi rutina diaria, evidentemente, y como todos, coincido con un tercer grupo. Estos últimos viven más o menos a gusto, cómodos e incluso contentos, desarrollando tareas que les satisfacen, o que han llegado a dominar medianamente y que les permite subsistir de mejor o peor manera. Éstos, me han inspirado menos. Pero aquellos, mis protagonistas de esta semana, sí que me han llevado al análisis, los he visto hacer, los he observado afrontando mil vicisitudes y remontando, afrontando la lucha para mantenerse en el quehacer en el que creen que tienen que permanecer, en el que no conciben no estar, convencidos, de que habiendo catado esas tareas, ya no podrían estar en otro campo. Ciertamente, muchos de ellos, cuentan las vueltas, los traspiés, y los numerosos intentos que hicieron previamente, las diferentes búsquedas, probaron. Se equivocaron para encontrarse. Y finalmente, ahí llegaron.

Repasando biografía no puedo evitar acordarme de un jefe que tuve, noble y sensato y muy poco expresivo, cero pasional en el discurso, que relativizaba el asunto y mantenía que la vocación es secundaria, o a veces sobrevenida, que es la necesidad económica lo que nos activa y, esta reflexión tan válida, tan lógica y tan racional, es una realidad que no podemos obviar pero que estos días me la han cuestionados los vocacionales. Y esa es hoy la cuestión. ¿Y tú, tienes la vida que pensabas que tendrías?, ¿Tienes la vida que querías tener? ¿Haces lo que decías que querías hacer? ¿Es ésto lo mejor que puedes hacer? ¿Pletórico con lo que haces?

De la necesidad de comer, del conformismo, de la comodidad y hasta de la frustración hablaremos otro día; hoy os animo a que indaguemos en lo de la vocación, rebusquemos la pasión, y la integremos en nuestro día.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios