Afortunadamente tras la matanza del 7 de octubre no se ha culpado a todos los árabes, musulmanes o palestinos de los crímenes de Hamás ni se les ha atacado en diferentes países del mundo, como se está haciendo con los israelíes y los judíos.

En estos días terribles el filósofo judeoamericano Michael Walzer, profesor emérito en Princeton y autor de Terrorismo y guerra justa o Guerras justas e injustas, ha defendido la legitimidad moral de esta guerra tras el ataque de Hamas a la vez que criticado duramente la forma en que Netanyahu la dirige, apostando por la creación de una confederación de Israel, Palestina y Jordania (El País). Como otros intelectuales judíos o israelíes (casos recientes del israelí Grossman en el citado diario español o del estadounidense y tres veces Pulitzer Thomas Friedman ayer en The New York Times) Walzer lleva décadas criticando las políticas de Sharon y Netanyahu, y apostando por la paz y la creación de un estado palestino.

En 2014 escribía: “Como el actual gobierno israelí, Hamas no cree en la existencia de un Estado palestino junto a Israel. Estos dos enemigos acérrimos, en realidad, están ayudándose el uno al otro… Deberíamos optar por Israel porque se trata de una democracia en la que es posible imaginar la derrota política de los nacionalistas de derecha que ahora están en el poder. Es factible imaginar un gobierno que trabaje a favor de la creación del Estado de Palestina (Israel ha tenido gobiernos de ese tipo en el pasado, bajo el liderazgo de Rabín y Ólmert)… Pero optar por Israel sobre Hamas resulta difícil para muchas personas debido a la creciente ola de víctimas palestinas en la guerra de Gaza… Cuantos más civiles mueran, mejor para los terroristas… Se pierde la batalla por loscorazones y las mentes y por el apoyo mundial” (Letras Libres, septiembre 2014).

Nueve años después la desproporción en su derecho a defenderse que tantas víctimas civiles está causando no solo hace perder a Israel el apoyo mundial, está justificando a Hamas (como hizo indirectamente Guterres, viéndose obligado a matizar sus palabras al día siguiente, pasando de “los ataques de Hamas no surgieron de la nada” a “nada puede justificar matar, herir y secuestrar a civiles”), reforzando la judeofobia de izquierdas, heredera ideológica del antisemitismo religioso o racial de la derecha, o resucitando progromos como el de Daguestán.