¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Pelotas, no; balas, sí
Fragmentos
Una de las maneras de hacernos una idea de los cambios sociales y económicos que han ocurrido en España es pensar en las distintas formas de comprar en los mercados. Quién nos iba a decir que compraríamos la fruta por piezas o por trozos. Una manzana, medio melón o un tomate, un pimiento y una cebolla, igual que los italianos o los ingleses de los años sesenta o setenta. Cómo nos llamaba la atención esa manera de comprar cuando empezamos a salir al extranjero asiduamente, a nosotros que comprábamos por kilos en los mercados y de dos en dos los artículos en las tiendas de Londres o Nueva York. Nos llegaron a conocer por los “give me two”. Si nos gustaba algo, un reloj de imitación, un cinturón o un par de zapatos, pedíamos dos, uno para nosotros y otro para regalar en España. ¡Qué distinto es todo ahora...! Con los precios por todo lo alto. Qué pronto olvidamos de dónde veníamos, de un tiempo en que había que mirar con mucho cuidado lo que se compraba para la comida de todos los días. Y que, en muchas ciudades andaluzas, sobre todo aquellas en las que se compraba pescado frito, nuestras madres habían inventado una medida entre el cuarto y el medio kilo: el cuarto y mitad, que resultaba justo para el segundo plato de la cena, ni mucho ni poco.
Eso me parece que estamos buscando para el turismo, ni mucho ni poco: cuarto y mitad. Ese término medio que consiste en aceptar el turismo para que resuelva el desarrollo económico que buscamos en los visitantes, como lo que piden los vecinos del bario sevillano de San Jerónimo, que han listado los atractivos que poseen, comenzando por el Monasterio, para que las visitas turísticas a Sevilla se alarguen hasta allí y aumenten los ingresos en la hostelería y en los servicios en general. ¿Qué querían en Antequera cuando promovieron la candidatura de patrimonio de la Humanidad para los dólmenes? Pues mejorar las cifras de las visitas turísticas consiguiendo alargar la estancia en la ciudad y las ventas en hoteles, restaurantes y comercios. Desde luego es verdad que tanto San Jerónimo como Antequera merecen ser visitados. Y que estaremos atentos para ampliar la oferta en los momentos del año que más nos favorezcan, ahora que las olas de calor parece que se van a repetir año tras año. Bienvenido sea el turista para conocer todo aquello notable que tenemos, quienes hemos sido, pero que su dinero no cambie quienes somos y nuestra forma de vida. ¿No es mucho pedir?
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