Pilar Cernuda

Cosa de mujeres

Crónica personal

Presumen de feministas, pero la mayoría han llegado a donde han llegado por sus relaciones con hombres del poder

01 de diciembre 2020 - 02:34

Joe Biden, que empezará a ejercer a partir del 20 de enero, ha nombrado ya al equipo de comunicación de la Casa Blanca y el Departamento de Estado, la vicepresidencia y la responsable de comunicación de Jill Biden, que hará historia por sí misma porque ya anunciado que no piensa abandonar su puesto de trabajo de profesora de inglés en un colegio.

Todas esas mujeres que darán explicaciones sobre lo que hace y deshace el Gobierno cuentan con una trayectoria incuestionable, han ejercido esa función en distintos departamentos en los mandatos de Obama con Biden como vicepresidente, han sido responsables y portavoces de diferentes campañas electorales y la mayoría de ellas cuentan también con experiencia en medios de comunicación escritos y audiovisuales. No se ha escuchado ni un pero a esa iniciativa de Biden, que llega además a la Casa Blanca con Kamala Harris: la primera mujer vicepresidenta y, además, de color, todo un hándicap en EEUU hasta hace muy poco tiempo. Tampoco ha puesto nadie un pero a Kamala, la primera mujer, por elección y reelección, fiscal general de California, cargo al que sólo se llega con sobrados méritos profesionales y personales.

La propuesta de Biden, un hombre cercano a los 80 años, debería hacer reflexionar a Adriana Lastra y otras mujeres que se refieren despectivamente a los mayores, aunque muchas de ellas no muestran excesivas ganas de reflexionar sobre nada. Presumen de feministas, pero la mayoría han llegado a donde han llegado por ser parejas de, familiares de o amigas de hombres del poder. Un dato significativo: se ha publicado estos días que España ha descendido 14 puestos en el Informe Global sobre Desigualdad de Género que analiza la situación de 135 países. Montero tendría que hacérselo mirar: todo un ministerio para ella, que está por lo que está, plagado de feministas enragées, para que un organismo internacional cuestione su trabajo.

Otra mujer, una gallega que juega al fútbol, Paula Dapena, se ha negado a sumarse al minuto de silencio en honor de Maradona, por su perfil personal tan poco ejemplarizante. Dapena ha puesto el acento en que ha sido un maltratador de varias de sus mujeres. Está bien el homenaje profesional y sólo profesional, pero está mejor todavía que una futbolista se resista a homenajear a Maradona. Otras personas de inconmensurable prestigio profesional han sido despreciadas, vilipendiadas y marginadas por acusaciones ni siquiera han sido probadas.

El feminismo es un asunto tan serio que no puede dejarse en manos de mujeres radicalizadas y sectarias. Lo deben promover las mujeres y hombres más sólidos, más rigurosos, más solventes. Con sentido común.

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