La vuelta olímpica

Francisco / Merino

Córdoba, 2011

03 de febrero 2011 - 01:00

UNO puede entender que el Córdoba, en un estado de convulsión permanente por el farragoso asunto de la compraventa, reclame y hasta suplique un poco de comprensión y sosiego al entorno blanquiverde. De hecho, y mientras los trascendentales pormenores del pacto que mantienen José Romero y Víctor de Aldama siguen sin salir a la luz, parecía que desde la entidad se estaban tocando las teclas justas para que la tensión ambiental se rebajara y cada cual, a su peculiar modo, tirara sobre la mesa las últimas cartas de la jugada maestra del traspaso de la propiedad. El equipo, además, echó una mano con su última victoria y un puñado, no generoso pero sí apreciable, de buenas sensaciones. Pues resulta que en medio de la consensuada ley del silencio, el que nunca hablaba quiere hacerlo. Y se lo prohíben. Y, claro, se monta el cirio. A Zubillaga le impidieron ofrecer una conferencia de prensa en las instalaciones de El Arcángel y el riojano respondió atendiendo de manera individual a todos los medios que le requirieron. "Estamos en Córdoba, en 2011 y en una democracia", repitió, a modo de presentación, ante cámaras y grabadoras. El pulso al presidente ya está echado. El riojano decidió que era el momento de abrir la boca y la actitud del club -convocatoria oficial la noche anterior, desconvocatoria una hora antes y con toda la prensa aguardando- multiplicó el eco del acontecimiento. ¿Una estrategia o un dislate? Quién sabe. Que el director deportivo valore, a petición de la prensa, el fin del mercado invernal o el asunto de la compraventa -como hacen directivos, técnicos y jugadores, por otra parte- no parece raro ni peligroso. Zubillaga, el silencioso, ha hablado claro de lo suyo. Y hoy, en un día increíble para quien nunca ha estado cómodo -está en su derecho- ante los medios, todos hablarán de él y no del dinero de Aldama. De los 2,7 del primer pago, del resto hasta los ocho y medio... y de alguno más que anda perdido por ahí.

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