El lanzador de cuchillos

Belarra y los gatos

Mientras Belarra lloriquea por la muerte de gatos callejeros, Montero presume de ley del aborto

Científicos poco sospechosos de especismo, entre los que se encuentra el biólogo del CSIF Miguel Clavero, han publicado una carta en diversos medios en la que critican las deficiencias del Anteproyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar Animal, aprobado por el gobierno hace unos meses. Entre otras cosas, señalan que el documento elaborado por el Ministerio de Derechos Sociales entra en conflicto con las estrategias europeas para la conservación de la biodiversidad.

El borrador se inventa una nueva categoría, la de los "animales urbanos", que protege de manera implícita a especies invasoras que okupan las ciudades y son dañinas para el ecosistema como la cotorra argentina, lo que sin duda es una deferencia del podemismo con sor Lucía Caram.

Pero las estrellas de la norma legal son los gatos callejeros, seres sintientes y sin dueño que viven en colonias, sostenidos por una provisión artificial de recursos. Si cambiaran las raspas por las rastas, serían los perroflautas del reino animal. Por eso Belarra pretende otorgarles protección nutricional y veterinaria -a cargo del erario público- y reconocer a sus cuidadores voluntarios un estatus oficial. Lo del coche oficial es cuestión de tiempo. Además, contra toda evidencia científica, el Anteproyecto del gobierno prohíbe el sacrificio de los felinos -que son una verdadera plaga- por considerarlo poco ético. Mejor el control de la fertilidad, las políticas de planificación familiar de Mao Gatún.

Decía Chesterton que cuando el hombre deja de creer en Dios acaba creyendo en cualquier cosa. El animalismo radical es un fundamentalismo religioso que, con el pretexto de asimilar las especies animales a la condición humana, no pretende en el fondo sino rebajar al hombre al nivel de las bestias. Pero por mucho que la Agenda 2030 se oriente a la igualdad entre el hombre y los animales, obviando que fue aquél quien puso nombre a estos, como nos recuerdan el Génesis y Bob Dylan, nadie ha mostrado al mundo el hallazgo de un pez luna poeta o una sabandija nacionalista, con la excepción conocida de Arnaldo Otegi.

Mientras Ione y su pandilla lloriquean por las esquinas por "los asesinatos en masa de gatos callejeros", la compi Montero presume de su ley del aborto, que consentirá a niñas de 16 años deshacerse, sin el permiso de sus padres, de una criatura de 14 semanas de gestación. En estos tiempos de confusión moral los nasciturus tendrían más futuro como fetos callejeros.

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