Francisco Beltrán

¿Es la monarquía holandesa un sistema distinto a la monarquía española?

Tribuna

Hasta hace poco el rey holandés elegía a un negociador para formar gobiernos de coaliciónAhora el papel del monarca en aquel país es prácticamente idéntico al español

14 de junio 2023 - 00:00

El rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos se encuentra de visita en España, donde participará junto a SM el Rey en unas jornadas institucionales que tienen por objeto impulsar el corredor marítimo de hidrógeno verde Algeciras-Rotterdam.

Más allá de algunas noticias casi de prensa rosa –algo habitual cuando se habla de las familias reales europeas–, el sistema monárquico holandés no es muy conocido por los ciudadanos de otros países, y vale la pena preguntarse si los españoles pensamos que, en sus funciones políticas esenciales, es similar al nuestro o bien algo muy distinto. En lo que sigue trataré de abordar brevemente esta cuestión.

Los Países Bajos se transformaron temporalmente en una monarquía en 1806, cuando Napoleón creó el Reino de Holanda para colocar en él a su hermano Luis Bonaparte. Tras la abdicación de éste cuatro años después, Holanda fue primero anexionada a Francia y después constituida de nuevo en monarquía cuando el Congreso de Viena de 1815 dio lugar al Reino de Holanda, comprendiendo el territorio de la antigua república (las Siete Provincias Unidas) y la Holanda Austriaca, la parte que después se convertiría en Bélgica.

Desde entonces los Países Bajos han conocido cuatro reyes y cuatro reinas, cuyas funciones políticas se han visto cada vez más mermadas al ser asumidas por los diversos ministerios y el Parlamento. Estas funciones políticas tienen que ver con la formación del gobierno, con la promulgación de las leyes, y con la disolución de las cámaras legislativas.

La Constitución holandesa estipula que el rey nombra –y cesa– al primer ministro y a los ministros de su gobierno. En concreto, el texto dice que estos nombramientos se producen por real decreto, pero hasta 1983 se utilizaba una expresión muy distinta: “A su libre albedrío”. Ese libre albedrío es en realidad papel mojado desde 1939, porque la práctica consiste más bien en que el monarca únicamente inicia y supervisa el proceso de formación del nuevo gobierno.

Recordemos que el holandés es un sistema político multipartidista extremo fruto de un sistema proporcional igualmente extremo que permite que un gran número de partidos obtengan representación en el Parlamento y que, por lo mismo, dificulta las mayorías absolutas de un solo partido. Así, gobierno es sinónimo de gobierno de coalición, cuya formación es una tarea mucho más compleja que en países con sistemas electorales más mayoritarios.

El papel principal del monarca en el momento de la formación del gobierno de coalición solía consistir en el nombramiento, previa consulta con los partidos relevantes, del llamado formateur (a veces informateur, aunque la distinción entre una figura y otra es poco relevante), la persona que dirige las negociaciones entre aquellos.

En otros casos, el monarca podía intervenir personalmente en las negociaciones, y los retrasos en la formación del gobierno que se produjeron en más de una ocasión por esa implicación más directa llevaron a que en 2012 se restringiera esta prerrogativa real. En la actualidad el papel del rey consiste únicamente en tomar juramento a los nuevos miembros del gobierno, mientras que la responsabilidad de nombrar al formateur recae en el Senado, que mantiene informado al monarca de la marcha de las negociaciones.

Con la excepción de la figura del formateur, el papel del monarca holandés en la formación del gobierno es pues en la práctica idéntico al del Monarca español.

La Constitución holandesa también estipula que las leyes deben contar con la firma del monarca y con la de uno o varios ministros. La Constitución no establece un procedimiento en caso de que el rey se niegue a firmar una ley, lo que provocaría una crisis constitucional. También en el caso español se ha planteado si el Rey pudiera negarse a firmar una ley que le presentase el gobierno, y la respuesta, como en el caso holandés, es que no podría hacerlo.

Por último, el monarca holandés no posee la potestad de disolver por voluntad propia el Parlamento. Al igual que en España, el Parlamento queda disuelto por medio de un decreto real, pero el proceso requiere de la presentación previa de la propuesta de disolución de las cámaras al monarca por parte del gobierno para su firma.

En conclusión, tanto en los Países Bajos como en España, la monarquía posee un importante papel formal en el momento de la constitución o disolución del Parlamento, y más informal en el momento de la formación del gobierno, pero ninguna de estas intervenciones implica un poder político sustantivo que, como en todas las monarquías constitucionales contemporáneas que son también democracias, reside en el ejecutivo y en el legislativo.

Francisco Beltrán es Profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y director de la Red de Estudio de las Monarquías Contemporáneas.

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