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Las empresas pequeñas y medianas, en general, se han quedado rezagadas respecto a los índices generales en los últimos tres años. En EEUU por la estelar evolución de los gigantes tecnológicos, en España por la recuperación de los bancos y las concesionarias. A pesar de esto, puede ser prematuro rotar decididamente a ese segmento del mercado.
Las compañías con una menor capitalización suelen tener negocios más domésticos y ligados al ciclo económico. Son además más sensibles a las condiciones de financiación al tener, de media, más deuda, a más corto plazo y con tipos variables que las grandes empresas que emiten bonos.
Por lo tanto, para que las Small Caps tomen el relevo harían falta una sustancial relajación de las políticas monetarias y una mayor disponibilidad de crédito. Algo que, como el BCE reiterará tras su reunión de este jueves, se producirá solo de forma gradual dada la resistencia a la baja de la inflación subyacente por las presiones salariales.
Otra condición sería una notable recuperación cíclica de la industria y la construcción, lo que no se vislumbra a corto plazo. La escasa actividad de fusiones y adquisiciones no contribuye a aflorar el verdadero valor de las compañías pequeñas. Las valoraciones medias tampoco están especialmente deprimidas, con los índices IBEX Mid y Small Caps cotizando a unas 13 veces beneficios y un 3,3% en dividendos, frente al PER 10,5x y el 4,1% del IBEX 35.
En conclusión, quizás no sea aún el momento de volcarse en este tipo de valores y conviene ser selectivos. Sin una reaceleración cíclica, vemos mejor rentabilidad-riesgo en sectores como las eléctricas, bancos y petroleras.
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