ENTREVISTA · BEATRIZ GARCÍA. DIRECTORA DEL PROGRAMA IMPACTS 08

"Un proyecto de Capitalidad debe responder a las necesidades locales"

  • Experta en el análisis de acontecimientos internacionales, García destaca el papel que puede desempeñar la cultura en los procesos de regeneración de una ciudad y avisa del peligro de instrumentalizarla

La II Conferencia Europea sobre Ciudad y Cultura La invención de las ciudades cuenta entre sus participantes con Beatriz García, directora de Impacts 80, un proyecto de evaluación sobre la Capitalidad Cultural de Liverpool (impulsado por la University of Liverpool y la Liverpool John Moores University) que comenzó en 2005 y terminará en 2010. Ha realizado estudios sobre otros acontecimientos internacionales como la Capitalidad Cultural de Glasgow los Juegos Olímpicos de Barcelona.

-¿Qué estrategias ha puesto en marcha Liverpool a la hora de construir su modelo de Ciudad Europea de la Cultura?

-La cuestión principal ha sido cómo involucrar a la ciudadanía. Desde el punto de partida de la candidatura era importante asegurarse de que la ciudad formaba parte del programa y que éste no iba a ser algo externo o añadido o marginal en relación con todo el proceso de regeneración urbana que se está desarrollando en Liverpool. El proyecto tenía dos puntos fundamentales: cómo involucrar a la comunidad y cómo vincular el título con un proceso de regeneración urbana más amplio que tiene también aspiraciones de naturaleza económica.

-En la gestión de este tipo de acontecimientos, ¿qué tipo de tensiones o conflictos surgen con mayor frecuencia en las ciudades?

-Suele haber tensiones a la hora de idear fórmulas para conjugar las aspiraciones de tipo cultural, de creación y apoyo a los artistas, con las de tipo económico: cómo generar trabajo y atraer turistas e inversiones. En el nivel de la inversión y el patrocinio la ciudad debe ofrecer una propuesta fuerte que pueda generar unas ganancias. Por otro lado, en el nivel de los contenidos debe ofrecer algo que tenga un valor creativo y un significado simbólico y distintivo. Este es uno de los puntos de conflicto. El otro es el balance entre las aspiraciones locales y las de proyección internacional. ¿El objetivo central es atraer al turista y al inversor o la satisfacción de las demandas de las comunidades locales? Suele haber conflictos a la hora de crear un programa que mantenga el equilibrio entre estos aspectos.

-¿Considera que Liverpool ha puesto en marcha las estrategias más adecuadas para conseguir los objetivos que persigue con la Capitalidad?

-Un punto muy interesante de su proyecto es el énfasis que han puesto en una dimensión del programa que garantiza la participación ciudadana y trata de romper la tendencia a privilegiar el centro de las ciudades en la organización de actividades. Otro elemento muy atractivo es un programa que realza los puntos fuertes de las instituciones culturales ya existentes. Por un lado se han añadido actividades nuevas y por otro se están proyectando elementos que ya existían y que no eran suficientemente conocidos fuera de Liverpool. En la ciudad hay instituciones que tenían programas culturales de gran fuerza pero carecían de reconocimiento a nivel nacional.

-¿Han buscado asesoramiento externo?

-Una vez conseguida la Capitalidad se organizó una reunión de directores de Ciudades Europeas de la Cultura. Hay muy poca información sobre cómo gestionar una Capitalidad Europea de la Cultura, pocos marcos de referencia y pocos estudios que expliquen qué funciona y qué no. En la reunión hubo muchos consejos y sugerencias, pero es difícil encontrar un modelo que sea reaplicable de una ciudad a otra. Liverpool tuvo que encontrar sus propias respuestas. Con el tiempo, los organizadores reconocerán que hay una serie de problemas sobre los que hubo advertencia y que, efectivamente, han acabado surgiendo. Pero siempre hay un momento de optimismo en el que se piensa: "Nosotros lo podemos hacer de una forma diferente". Liverpool ha hecho las cosas a su manera, por una parte para responder a las necesidades y aspiraciones de las instituciones locales y por otra por sus propias características como ciudad, muy distintas de otras que han ostentado el título.

-¿Qué papel puede desempeñar la cultura en los procesos de regeneración de una ciudad?

-Es el tema de debate de los últimos treinta años. Al principio se utilizaba la cultura como elemento añadido y ahora como catalizador. El gran problema surge si la cultura es utilizada únicamente como elemento instrumental, para otros fines que no son culturales. En los procesos de regeneración urbana, la cultura debería utilizarse con aspiraciones tanto económicas como culturales. Gracias a la cultura se puede conseguir revitalizar el turismo y atraer inversiones, pero también deben utilizarse este tipo de mecanismos para impulsar la creación local e incentivar nuevas iniciativas con la gente dinámica y los artistas. Si no, se corre el peligro de que el éxito provocado por un gran acontecimiento cultural sea perjudicial para la comunidad artística. A veces se genera presión por crear programas de tipo internacional o estandarizado que no responden a las particularidades del sitio y que provocan que la influencia externa tenga mucho más peso que el apoyo a lo local. La cultura es importante en las dinámicas de regeneración, pero siempre que las estrategias comprendan las diferentes dimensiones y no marginen las manifestaciones culturales y artísticas en sí mismas.

-En los últimos años, la Capitalidad ha recaído en ciudades muy distintas: Lille, Génova, Patras, Liverpool. ¿Qué perfil de ciudad se adecua mejor a esta distinción?

-El título ha cambiado mucho con el paso de los años. Empezó a mediados de los 80 y era concedido a ciudades que ya eran reconocidas como centros culturales: Atenas, París, Florencia… Glasgow, en 1990, marcó un punto de inflexión. Fue la primera ciudad que, sin estar entre las más reconocidas internacionalmente en la escena cultural, obtuvo el título. Y lo que hizo fue utilizar la cultura como vehículo para la regeneración urbana. Era una ciudad que había sufrido un cambio de estructuras económicas al pasar de un periodo industrial a posindustrial y que necesitaba otra base económica con mayor sustento en los servicios y en la cultura. Desde 1990, las ciudades que han obtenido la Capitalidad la han utilizado para proyectar una imagen y explicar una historia que no estaba tan establecida. Ha habido ciudades de todo tipo. El caso de Córdoba es muy interesante: cuenta con una serie de valores e instituciones de gran reconocimiento pero quiere cambiar algunas dinámicas de expresión cultural de la ciudad. En años recientes, el título ha sido utilizado como un argumento para replantear cómo se manifiesta la cultura de un lugar determinado.

-La clave está, por tanto, en entender la Capitalidad, más que como un fin en sí misma, como la excusa o el trampolín para regenerar la ciudad. Que la experiencia no se quede en 12 meses de gran agitación para volver luego a las coordenadas anteriores.

-Exacto. Ése es el gran peligro que existe. Hay muchos puntos de vista y muchos casos. Algunas ciudades han obtenido grandes éxitos con la Capitalidad: Glasgow, Lille… Los casos que se consideran un éxito son aquellos en los que el planteamiento durante un año ha conseguido cambios que sobreviven en el futuro. Un gran efecto en algunas ciudades es el cambio de imagen. En el caso de Glasgow fue muy evidente; la estrategia era explicarle al mundo: "Somos más que una ciudad con problemas económicos. Somos una ciudad creativa y enérgica que puede competir con Edimburgo y otras ciudades británicas". Los fracasos ocurren cuando el programa se centra exclusivamente en crear actividades durante el año y no se configuran las plataformas de debate para crear iniciativas que se puedan mantener después sin depender de los fondos añadidos y las técnicas de marketing puestas en marcha en el año del título. El fracaso es no plantear de manera seria la posición que la cultura puede tener en la ciudad. Muchas veces el legado ha sido el establecimiento de una política cultural en la ciudad por vez primera: plantear ante las autoridades y el sector privado que la cultura puede tener un papel muy relevante.

-¿Cómo ve las opciones de Córdoba?

-Es importante el hecho de que Córdoba empezara a pensar tan pronto. Esto significa que se está planteando el título no como un fin en sí mismo sino como un logro que puede responder a las necesidades de la ciudad. Es una buena manera de empezar. Y es bueno que haya un beneficio en el proceso en sí mismo. Más allá de ganar o perder, que el debate se haya creado y las instituciones estén coordinadas es ya un logro. Que el proyecto haya sido planteado con tanto tiempo también significa que va a ir más allá de la respuesta a última hora a unas demandas externas, sean de la Unión Europea o del Gobierno español. Sobre todo, es importante que un proyecto de Capitalidad Cultural responda a las necesidades locales.

-Ya hay 12 candidatas para 2016. Parece que la Capitalidad interesa más en España que en otros países...

-Estoy fascinada por que en España se haya creado este entorno tan competitivo que puede generar un debate muy saludable en este país sobre la cultura y su papel en las ciudades. En el Reino Unido se creó una asociación que incluía a todas las ciudades candidatas, una red de vínculos y contactos entre todas. En un marco tan competitivo es difícil señalar a una favorita porque a la hora de escoger a la ganadora entran en juego muchas dimensiones diferentes. No sólo vale tener un gran programa; hay otros elementos. Córdoba ha empezado primero y ha demostrado un interés real y no oportunista por la Capitalidad. Pero, en su momento, el Gobierno puede tener en cuenta otros condicionantes, puede optar por la ciudad que a su juicio lo necesite más... Lo importante es que las ciudades involucradas se planteen el proceso mismo como un beneficio. Quizá es también el momento de conseguir, con ayuda de la Unión Europea, que la Capitalidad interese más a nivel internacional. Esto todavía no se ha conseguido.

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