Literatura

'Malvita', la novela que une la corrupción con la Costa del Sol, Sevilla y los museos de Córdoba y Colonia

El  autor de 'Malvita', Rafael Moya, posa con su nueva novela.

El autor de 'Malvita', Rafael Moya, posa con su nueva novela. / Efe / Rafa Alcaide

La corrupción, alrededor de la investigación policial de la desaparición de una joven, une en una novela, Malvita (Sótano Ediciones, 2023), la Costa del Sol, Sevilla y los museos de Bellas Artes de Córdoba y Wallraf-Richartz de Colonia (Alemania).

"La trama es policial, se ha clasificado como novela negra, pero realmente mezcla el género negro con el policial, aunque las novelas hoy son muy corales y tiene de todo tipo", ha asegurado su autor, Rafael Moya (Hornachuelos -Córdoba-, 1970).

Malvita, el apelativo con el que se conoce a la joven cuya denuncia por desaparición por parte de su prima arranca la investigación del inspector Bermejo, que duda que la falta de noticias no sea en realidad voluntaria, y presenta "el bajo mundo", ya que la desaparecida trabaja como scort, o mujer de compañía, y después del segundo servicio se pierden las pistas sobre su paradero.

Moya, cuando habla de ese "bajo mundo", no quiere que se interprete como "la delincuencia normal y corriente que tiene la Costa del Sol; se habla de alta delincuencia, gente que mueve mucho dinero y que tiene altas posiciones en los ámbitos políticos y en los ámbitos empresariales y son los que realmente están metidos por ahí abajo".

De hecho, la idea de la novela surgió de un encuentro casual con un inspector de Policía destinado en la Costa del Sol durante la promoción de su anterior novela Los perros mudos de Dios-Muti Canes Dei (Ediciones Algorfa, 2018). 

El policía fue a adquirir un ejemplar durante una sesión de firmas en la Feria del Libro de Málaga y resultó, según ha contado, que "nos conocimos de muy pequeños y que llevábamos cuarenta años sin vernos, nos reconocimos, nos saludábamos y fuimos a comer juntos y, entonces, hablando, poniendo un poco al día todo aquello, empezamos a hablar de la prostitución de Puerto Banús".

Falsificación de arte, salida de dinero negro

Rafael Moya utiliza la falsificación de obras de arte como hilo conductor para dar salida al dinero negro que genera la prostitución "porque hablamos de prostitución que mueve miles de millones de euros y que la mayoría son en negro qu hay que darle salida", ha señalado.

De ahí arranca la obra literaria: "Sabemos que Puerto Banús es uno de los focos principales de la alta prostitución y me contó muchas cosas, me metió mucho interés, decidí escribir un libro y empecé a informarme", ha confesado.

Pero, agrega, "cuando ya llevaba un año con más de 120 folios escritos me di cuenta que la historia estaba incompleta, que le faltaba algo, un complemento que era fundamental" y aparece la segunda trama de la novela, la que termina vinculando a la Costa del Sol con un falsificador de obras de arte de Sevilla, que en realidad existe, y los museos de Córdoba y Colonia.

El Bellas Artes de Córdoba y el Wallraf-Richartz de Colonia se relacionan a través de una pintura de la escuela renacentista cordobesa que se expone en el primero, Cristo atado a la columna con San Pedro y donantes, un cuadro del gran formato, 200 x 154 centímetros, del que es autor Alejo Fernández. De este se tiene datada documentalmente su presencia en Córdoba desde 1496, aunque más tarde, en 1508, se trasladó a Sevilla, pero no hay constancia de su nacimiento, algo que reivindican los alemanes.

Las obras de Alejo Fernández en el Wallraf-Richartz

Una exposición de Alejo Fernández en el Wallraf-Richartz para poner en relieve su carácter gérmano, con idas y venidas entre Córdoba y Colonia, estrecha las dos tramas, cuya prioridad de una sobre la otra el autor deja a criterio del lector.

Si un amigo policía le enfocó en la trama de la corrupción, fue otro amigo, José María Palencia, asesor técnico de conservación e investigación del Museo de Bellas Artes de Córdoba, que dirigió entre 2013 y 2021, el que le dio la opción de vincular a Alejo Fernández en la novela durante una visita en la pinacoteca para documentarse sobre la falsificación de obras de arte.

Moya recuerda que dando un paseo dentro del museo le enseñó el cuadro de Cristo atado la columna con San Pedro y donantes, que es el cuadro del que habla con la novela. Lo mismo que le ha sucedido de "las subhistorias que nacen de la propia novela" como consecuencia de la investigación sobre la corrupción en la Costa del Sol, que "es mucha y llega a todos los ámbitos", que ha llevado a cabo con colaboración policial.

Una realidad que nada tiene que ver con que la Costa del Sol sea "una zona de delincuencia común, la alta delincuencia de la Costa del Sol no nos afecta a los comunes que van allí ir a veranear", ha precisado.

Con anterioridad, Moya ha publicado otras dos novelas, una que califica de "gótica", La Maldición del Cuervo (Editorial Séneca, 2010), y Los perros mudos de Dios-Muti Canes Dei (Ediciones Algorfa, 2018), "que me la catalogan negra, pero no era tan negra, me adentro un poco más en el género policiaco y el género negro". Antes había escrito un "ensayo novelado", Las cicatrices del agua (Editorial Círculo Rojo, 2015).

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