Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?
Fecha: viernes 22 de mayo. Lugar: Plaza de Toros. Lleno.
Apostaría tras verlo aparecer entre una proyección de tumbas que Fito Cabrales ya dejó hace tiempo de huir. El de las patillas no tiene pinta de haber perdido la cabeza en estos andurriales del rock, y si escapa de algo es abiertamente de poses de estrella en estos tiempos de estrellados. Aunque habrá tenido noches de resquemores en el peregrinaje desde el rudo Platero y Tú a este portento domesticado con el que devora hoy la carretera, puede decir con la cabeza alta que las madrugadas de duda han merecido la pena.
Vino de nuevo a Córdoba, y salió a ponerle la gorra a su rock urbano y coloquial, de incontenido predicamento entre una "peña" entregada. Se notan los kilómetros en una banda que sabe sacar partido al directo, que no se dedica a alimentar con florituras las estrofas, sino a desgarbarlas y arañarlas para darles en vivo el relieve que a veces los discos no pueden afrontar. Menos pistas y más punch. Su pulido sonido de estudio cobra una afilada dentellada ante los marshall, mientras se dedican entre pública algarabía a echar gasolina a esa fórmula que han ligado curando gira tras gira las rozaduras del camino. Volvió Fito para reivindicar la llaneza y la filosofía de este rock socializado que ha andamiado desde la convicción de que es posible comerse el mundo sin necesidad de prescindir de tus principios. Y es un andamio sólido desde el que un público inusualmente diverso asiste a la habilidad con la que este personaje ha moldeado su presencia en los escenarios, su interacción con las varias generaciones que lo halagan, su finura y sencillez a la hora de chapotear en este potaje carente de estridencias pero también cosido con entereza, que parece haber dado con una secreta alquimia. La plaza de toros se rindió a su pies en una fiesta en la que cabía preguntarse si somos conscientes de lo que siluetas como la suya están haciendo de bien en el solar rockero patrio, tan vapuleado.
Fito va llenando recintos, rugiendo en tiempos en los que la música se ve abocada a convocar un "día sin música" para al menos patalear en el bigote del poder por un IVA insoportable. Fito los llena a pesar de. Y ese es un detalle que podría pesarle como una losa si no tuviera los muebles colocados donde y como corresponden. Y los de Fito no son de aglomerado. Son puro andamio.
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