Alejandro Ibáñez. Arqueólogo y escritor

"En la Delegación estamos acostumbrados a buscar tesoros"

  • Realidad y ficción se combinan en 'Pesadilla arqueológica', novela recién publicada por la editorial Séneca que celebrará su presentación el viernes

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Córdoba, Alejandro Ibáñez Castro trabaja desde 1984 en la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía como arqueólogo provincial dedicado a la protección, conservación y difusión del patrimonio arqueológico de la provincia cordobesa. El próximo viernes presenta en el Teatro Cómico Principal (19:30) la novela Pesadilla arqueológica (Editorial Séneca), su primera incursión en la creación literaria. En ella, la llegada de una vidente a una tranquila pedanía para rescatar un fabuloso tesoro altera el orden público.

-¿Cómo se le ocurre esta historia?

-Me gusta escribir, pero escribir sobre arqueología, lo que hago todos los días, informes, contrainformes..., cada vez me aburre más. La idea surgió en el archivo nuestro de la Delegación. Bajé a buscar unos expedientes y encontré un recorte de prensa y un expediente donde se hablaba del tema central de esta historia: una señora que quiere buscar un tesoro, y lo que se arma después. Es una época en la que los arqueólogos oficiales en la administración están empezando, parece que somos brujos y servimos para todo, que resolvemos todos los problemas..., y también parece que al mismo tiempo se quiere que el arqueólogo se integre en la sociedad. Y todo ello da una serie de anécdotas muy divertidas.

-A partir de ese expediente usted empieza a construir la historia...

-Sí, lo hablo con algunos amigos, veo que da juego para una historia... Y te pones a escribir, empiezas a hilar cosas. Son muchos años en la calle, han pasado muchas cosas, empiezas a intercalarlas, a darle forma al relato... Un relato que acaba como tiene que acabar: el tesoro no existe, lógicamente. La búsqueda de tesoros en la Delegación es frecuente, estamos acostumbrados a ello: cada dos por tres nos llega alguien que sabe que en determinado lugar hay un tesoro. Nosotros como administración tenemos obligación de atender las denuncias y nos hemos encontrado de todo: historias fabulosas como la de esta señora, casos en los que el tesoro del que habla el denunciante es el paisaje de un entorno, otros que van a denunciar a un vecino... Anécdotas y planos de tesoros tenemos un montón. Los comprobamos todos pero los tesoros no aparecen.

-¿En la novela pesa más la realidad o la ficción?

-Está narrada en un tono divertido, aunque en el fondo hay un poco de tragedia. El arqueólogo sufre la presión política y administrativa. Y va saliendo una serie de personajes que te pueden divertir pero que, analizados de uno en uno, son bastante pobres y te dan un reflejo de lo que es la zona.

-No es frecuente encontrar novelas arqueológicas hechas desde dentro, por un arqueólogo...

-Es cierto. Mis compañeros de la Delegación están intrigados. Me preguntan qué he hecho, si he escrito mis memorias, si cuento la historia de la provincia. Así que respondo que se trata de una anécdota divertida en un periodo concreto, con un episodio central adornado con una serie de personajes y de historias.

-Llama la atención el título.

-Es que fue una pesadilla. Se planteó de tal forma, la señora apareció, presionó a todas las fuerzas políticas... Al protagonista (que soy yo, aunque mi nombre no sale para nada) se le mete en una pesadilla de presión de los políticos y la gente del pueblo, el barullo que se arma... Diez días sin descansar. Esto salió en la tele y en todos los medios, tuvo una repercusión divertida.

-¿Se plantea continuar con la creación literaria?

-Esto es una prueba. Si tiene éxito, si le gusta a la gente, puede haber más. Hay muchas más pequeñas historias que pueden dar quizá no para novelas extensas pero sí para relatos que diviertan a la gente. Yo mandé la novela a esta editorial, dirigida por amigos míos, para que me dieran su opinión, y me llamó el mismo día Óscar Morales para decirme que la editaba.

-¿Cuáles son sus referentes literarios?

-De todo. Cada vez leo menos de arqueología porque de ese tema me lo he leído todo. El libro histórico vive conmigo. Ya no me caben más libros en casa. Me encantan la novela histórica, la biografía, la ciencia ficción...

-¿Qué momento arqueológico vive la provincia?

-Como sabes, no hay un duro para nada. Lo que sí ocurre, sobre todo recientemente, es que los ayuntamientos ya se han dado cuenta de que el patrimonio es la única industria que tenemos, el único recurso, y en muchos casos el último lema de campaña ha girado en torno al patrimonio, la cultura, la arqueología, el turismo. Yo tengo montones de proyectos que se pueden hacer, que quizá desde la Consejería no se pueden afrontar pero que pueden beneficiarse de otros recursos, fondos europeos, provinciales... Estamos haciendo pequeñas intervenciones bastante bien pensadas. Con poco dinero se van haciendo cosas. En Espejo por ejemplo se da la circunstancia de que hay tres estructuras hidráulicas romanas que son únicas y que estamos recuperando, además de un aljibe fantástico que apareció el pasado verano, lleno de agua, el final de un acueducto que viene desde un cerro de Nueva Carteya. Hoy en día está partido en dos, con la carretera que pasa por en medio, con olivos afectados..., pero es recuperable. Ya hemos creado el proyecto, que es ambicioso: iremos poco a poco en colaboración con el Ayuntamiento. El pasado verano también tuvimos un hallazgo en Cabra fantástico, una cueva del Calcolítico en una finca. Se ha hecho una buena campaña, se presentaron los resultados, se aplicó el carbono 14... Ahora vamos a hacer una prospección geofísica.

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