Museos y monumentos

El arte sobrevive a las pandemias

Visitante en una de las salas del museo Julio Romero de Torres.

Visitante en una de las salas del museo Julio Romero de Torres. / Juan Ayala

El arte sobrevive a las pandemias. De hecho, hay obras que son el testimonio de algunas de las veces que la humanidad las ha sufrido en el pasado. Tres meses después de que el estado de alarma entrase en vigor y paralizase prácticamente toda la actividad, los museos cordobeses (los municipales y los pertenecientes a la Junta) han vuelto a abrir sus puertas con el arte intacto, pero con un número de visitantes insólito en algunos casos.

En la Sinagoga, el segundo monumento más visitado de Córdoba, no cabe duda de que algo ha cambiado. Francisco Luque y Francisco José Gama controlan el acceso al lugar y el cumplimiento de las normas de seguridad, pero aclaran que por allí "solo han pasado cinco personas, tenemos una sensación muy rara".

Era de esperar que la ausencia de turistas y las limitaciones en el aforo (cinco personas por visita) impidiesen alcanzar las 1.000 visitas habituales, mucho menos las 4.000 de "un día fuerte", pero la quietud y el silencio les han sorprendido. Tanto es así que confiesan que "el día se está haciendo eterno". "Normalmente tenemos muchas cosas que atender porque ni se puede ver el final de la cola", pero esta vez no es el caso, ha manifestado.

No obstante, las puertas de estos espacios acaban de abrir y la esperanza está puesta en el turismo nacional y el movimiento que generan los grupos guiados por la ciudad. Para cuando se vaya elevando el número de visitantes en la Sinagoga, al igual que en el resto de museos y monumentos, hay marcados los recorridos de entrada y salida que se deben seguir para evitar aglomeraciones. De la misma forma, se facilita el uso de gel hidroalcohólico y otros elementos de higiene general que ayudan a evitar contagios.

Francisco Luque recoloca la cinta de seguridad del interior de la sinagoga. Francisco Luque recoloca la cinta de seguridad del interior de la sinagoga.

Francisco Luque recoloca la cinta de seguridad del interior de la sinagoga. / Juan Ayala

Una situación similar es la de el Museo Arqueológico de Córdoba. Con un aforo de 70 personas, pocos han sido los que han acudido a perderse entre estatuas y objetos que recogen parte de la historia de la humanidad hasta 1492.

El recinto está adaptado para que se siga un recorrido desde la entrada que permite disfrutar de las salas evitando aglomeraciones. Las visitas deben durar alrededor de 75 minutos y solo pueden haber 20 personas en cada sala.

Por su parte, el Museo de Bellas Artes y el Museo Julio Romero de Torres sí han gozado de un mayor ajetreo, ajustado a las condiciones de visita actuales. El primero abre sus salas para ser visitadas durante 90 minutos para 30 personas como máximo. Las visitas en grupo se limitan a diez personas con intervalos de  dos horas. En este caso, los registros son más parecidos a los que se daban en los meses anteriores al coronavirus.

Al otro lado del patio, el museo que recoge la obra sobre lienzo de un pintor que es emblema de Córdoba también experimenta el paso de visitantes, aunque en este caso deben solicitar su cita por internet. A pesar de ser el espacio cultural con mayor movimiento en la primera jornada, los más de 35 visitantes que han podido disfrutar de nuevo de este espacio expositivo distan de los 150 que, en condiciones normales, concurren en él.

Una de las salas del Museo Julio Romero de Torres. Una de las salas del Museo Julio Romero de Torres.

Una de las salas del Museo Julio Romero de Torres. / Juan Ayala

Nieves Mingueza ha sido una de las interesadas en reservar hora para poder reencontrarse con las pinturas de Julio Romero de Torres. La cordobesa asegura que "venía con mucho interés de volver a visitar este museo". "Llevo -explica- varios años fuera de la ciudad y ahora la disfruto de otra manera". La última vez que estuvo en el lugar "sería hace, al menos, 15 años", por lo que el entorno ha variado desde su anterior visita.

Sobre este reencuentro, Mingueza afirma que "es muy emocional y muy emocionante". Además, apunta que cada vez tiene más claro que "en Córdoba hay mucha belleza que no vemos, pero que está", algo que le permite asegurar que pronto volverá a viajar a la capital para seguir disfrutándola porque ahora se le han terminado las vacaciones. 

De esta forma vuelven los espacios culturales a intentar llenar de vida la ciudad. Con nuevas normas de seguridad e higiene, y con la mascarilla siempre presente, se espera que poco a poco la situación vuelva a asemejarse a cuando los turistas inundaban las calles cordobesas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios