'Varekai' los nómadas del espectáculo

Artes escénicas El Circo del Sol regresa a Sevilla

Tras 'Saltimbanco' y 'Dralion', el próximo 29 de enero llega la nueva fusión de acrobacia, música y teatro del Circo del Sol

Patricia Godino / Madrid

14 de diciembre 2008 - 05:00

El mito griego de Ícaro tiene un final feliz bajo la inmensa lona que cobija cada función de Varekai, el último espectáculo del Circo del Sol que el próximo 29 de enero, y durante un mes, escenificará su mundo de fantasía en Sevilla. Estos días, es la Casa de Campo de Madrid la que acoge este sueño itinerante.

La historia de este nuevo montaje, escrito y dirigido por Dominic Champagne (autor del musical Love, inspirado en el cancionero de Los Beatles), comienza con la repentina caída de un joven en un bosque animado que habitan criaturas de enigmáticas formas y colores. Varekai, que significa En cualquier lugar en el lenguaje romaní, es el quinto espectáculo que la compañía presenta en Europa bajo la carpa Grand Chapiteau, y el tercero que llega a Sevilla tras Saltimbanco (2004) y Dralion (2006).

En realidad, más que un guión teatral, lo que Champagne decidió hacer en 2002 fue hilar catorce soberbios números circenses en una sencilla historia de crisis, descubrimiento, amistad y superación de problemas. El resultado son dos horas y media (con 15 minutos de descanso) de impactantes acrobacias y una poderosa fuerza escénica, con música en directo, que ya suman casi 2.200 funciones. El formato de este espectáculo familiar se mantiene casi inamovible desde su estreno hace seis años, gracias a una medida combinación de elementos del circo clásico tradicional -trapecio, malabares, payasos, contorsionismo- con atrevidas apuestas como las correas aéreas, los columpios rusos o la danza sobre muletas, además de elementos del folclore internacional como la danza georgiana o los meteoros chinos de agua.

Como es habitual, los espectáculos del Circo del Sol son sinónimo de cifras astronómicas, nunca antes asociadas a un circo tradicional. Pero, por encima de todo, la vida diaria de esta ciudad sobre ruedas guarda la esencia de su existencia nómada. A ello, contribuyen los 56 artistas de esta gira, de los que 15 se mantienen desde el casting original realizado, como todos los del Circo del Sol, en Montreal.

Sólo tres españoles forman parte de este montaje: los hermanos Santos, dos gemelos y un hermano mayor, que representan la séptima generación circense de su familia. Una lesión ha impedido que los Santos se presenten ante el público madrileño pero las previsiones de los fisioterapeutas que viajan con el circo apuntan a que sí podrán actuar ante los sevillanos en el número Los juegos de Ícaro, una audaz combinación de acrobacia, fuerza y equilibrio. De estas mismas cualidades hacen gala otros gemelos: los hermanos Atherton, unos británicos de 33 años procedentes del mundo de la competición deportiva fichados por Circo del Sol para este espectáculo. Acumulan las mismas funciones que Varekai, ya que desde su estreno no han fallado ni una vez a su cita en el número de las correas aéreas, una auténtica muestra de precisión y elegancia en el aire. Orgullosos de que esta compañía internacional se fijara en ellos, confiesan que, tras retirarse del deporte de élite, "ésta es la mejor manera de medir la capacidad del cuerpo sin la presión que requiere el entrenamiento para una competición".

Como ellos, la rusa Irina Naumenko pertenece al grupo desde 2002. A los doce años comenzó su formación en una escuela circense, y hoy, a los 25 años, protagoniza uno de los números más impactantes de Varekai: el de equilibrio sobre bastones, una perfecta combinación de contorsionismo y flexibilidad sobre unas finas barras. Para Naumenko, que en el show interpreta a la prometida que se enamora de Ícaro, las propuestas del Circo del Sol "coordinan a la perfección arte, gimnasia y espectáculo". Esta formación, continúa, "es el sueño para todo artista del circo".

Porque si en algo coinciden todos los que han acudido a algún montaje del Circo del Sol es que, esta compañía de 25 años, "ha reinventado el circo". Eso sí, un circo sin animales que, gracias a una cuidada puesta en escena, recupera el brillo que décadas atrás tuvieron empresas como el Circo Roma o el de Ángel Cristo. De esto sabe, y mucho, el malabarista Octavio Alegría, un mexicano de 34 años, cuarta generación de circo en su familia que viaja en la gira con su mujer, trapecista, y sus dos hijas. "El Circo del Sol es una compañía de entretenimiento que hace circo, que le ha dado un giro enorme a lo que conocíamos", define Alegría, fichado como tantos de sus compañeros por los cazatalentos de Laliberté en un show de Las Vegas. Su simpatía en el escenario y su capacidad para incluir nuevos elementos en su número le convierten en uno de los solistas más aplaudidos. "El público español es muy exigente, espera para el aplauso y eso siempre es un reto para el artista", dice, seguro de que en Sevilla medirá su destreza en cada función.

stats