Mayo Festivo

El antitoreo en la antifiesta

  • Padilla se erige en triunfador de un festejo aburrido en el que los trofeos solicitados por un público agradable disimulan el resultado de una corrida sin emoción ni verdad · Finito y El Fandi, desdibujados

GANADERÍA: Cuatro toros de El Pilar y dos de La Palmosilla lidiados como sobreros. Sustituyeron al primero (de Moisés Fraile, misma casa ganadera que la titular) y al cuarto por inválidos. Corrida de muy escasa presencia y deslucida. Flojos y apagados, hubo alguno que sacó cierta nobleza, como el quinto y el sexto, el más aprovechable de la tarde. TOREROS: Finito de Córdoba, pinchazo y estocada (ovación tras petición) y dos pinchazos huyendo de la suerte y siete descabellos (pitos). Juan José Padilla, estocada atravesada y tendida (oreja) y estocada casi entera desprendida (oreja con petición de la segunda). El Fandi, pinchazo hondo y descabello (silencio) y estocada atravesada (oreja). Incidencias: Plaza de toros de Los Califas. Un cuarto de entrada en tarde lluviosa y con frío en los tendidos.

Los toros, mal presentados y sin casta; los toreros, aliviados; el público, escaso y aplaudiendo mantazos; el ambiente, gélido y lluvioso. El antitoreo en la antifiesta. Todo ello sin hablar del baile de corrales de por la mañana, con remiendos incluidos. No quiero pecar de derrotista y me hice cruces antes de la corrida para manejarme con benevolencia, pero no puedo traicionar los principios de la Fiesta más bella y emocionante de cuantas existen cuando se presenta con integridad, cuando se presenta con verdad. Ésta es la clave. Ayer faltó verdad en Los Califas y aunque siempre que sale un toro se debe mostrar respeto hacia los actuantes, es de esperar que una plaza de primera tenga otro ganado, otra concepción del toreo, otro tipo de Fiesta. Porque lo de ayer terminó como una versión adulterada; entre el frío y el garrafón que nos sirvieron terminamos con dolor de cabeza. Ahítos de que cualquier cosa sirva. Cansados de que las orejas y los rodillazos justifiquen lo que es injustificable. Córdoba, qué lástima, mostró ayer su versión más pueblerina. Porque igual el problema de la Fiesta ya no es Córdoba, sino que nos tenemos que acostumbrar a lo que han impuesto cuatro agradaores de toreros que se mofan de quienes saben que la clave del buen toreo es la colocación, el temple, el valor, el arte.

Y eso que guardamos todos los respetos a Padilla, un señor que ha pasado lo que ha pasado merece que nos quitemos el sombrero y que le apoyemos al máximo, pero cuando sale el de las patas negras, la cosa cambia. Padilla es un torero que, salvó en algún muletazo aislado en su primer toro, no dijo nada. Descolocado, vulgar y pegando trapazos toda la tarde, se metió a la gente en el bolsillo en banderillas en su segundo a base de saltos al callejón. Es por ello que decimos lo del antitoreo en la antifiesta. Un buen banderillero tiene que cuadrar en la cara y salir de forma gallarda. Los saltos de callejón penalizan. Como penaliza salir huyendo cuando se ejecuta una estocada. Esto lo hizo ayer Padilla y antes que censurárselo se le aplaudió y en el segundo de su lote se le pidió la segunda oreja, que le negó el presidente, Vicente Raya, que ayer estuvo en su sitio toda la tarde. Al final, Padilla, una oreja en cada toro.

Finito, ay Finito. Un buen amigo suyo me dijo ayer que tiene que irse: "Un torero de su categoría ni debe ni puede estar sin sitio y dando esa imagen en su plaza después de todo lo que ha sido". Tal como me lo dijo lo reproduzco. Y tiene razón este finitista de pro. Porque Finito, que en su primero realizó una labor con altibajos en la que hubo con muletazos sueltos de bella factura, abusó del pasito atrás, de la descolocación. Con el capote, ni sombra de lo que un día fue. Acelerado y pegando tirones. Al final Finito, que se llevó una ovación en el primero, fue pitado en el segundo.

De El Fandi cabe resaltar un gran par de banderillas al primero de su lote, cuadrando en la carra y arriesgando. El resto, una suerte de rodillazos. El primero de su lote fue un toro más soso, pero el segundo fue el toro de la corrida y el de Granada no lo aprovechó. El animal cantó su condición cuando citó en los medios de rodillas, pero a partir de ahí nada que cumpliera las expectativas del que debería ser un público de plaza de primera. Pero con el antitoreo en la antifiesta nunca se sabe.

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