Mayo Festivo

Los Patios de Córdoba, el caos y la simetría

Colas en los patios del Alcázar Viejo.

Colas en los patios del Alcázar Viejo. / Juan Ayala

Solo Córdoba se entiende a sí misma en mayo. El calor, el hormiguero de gente, las colas para entrar, las colas para pedir, los trenes de turistas en fila de uno que siguen un paraguas de color, los taxis abriéndose hueco por las calles estrechas, maniobrando como pasos de Semana Santa, la gente pegada a las paredes dejándolos pasar, las fotos de comunión en el Patio de los Naranjos, los de la despedida de soltero..., y mientras tanto, Córdoba se mantiene adusta, elegante, profunda, suya. Igual que le pasa a Roma, termina por encontrar la simetría en su caos. En mayo hay que aguantar que todo encaja, ya llegará junio.

Una familia de Cáceres se adentra en la calle Alta de Santa Ana con un mapa desplegado que abarca casi el ancho de la pared. La calleja está desierta y amagan con darse la vuelta intuyendo que se han equivocado, pero se está fresquito y la sombra sirve como refugio de los más de 30 grados que caen. Pocos metros más adelante, llegan a la Cuesta de Pero Mato. "¿Por aquí se llega al Museo Arqueológico?", preguntan. Es la primera vez que vienen a Córdoba, atraídos por los Patios, y la reconocen "auténtica", como les habían dicho. Al llegar a la plaza de Jerónimo Paéz se toman un respiro; conocer estos atajos, poco transitables, pero con encanto "merece la pena".

Es el segundo sábado del certamen de patios, penúltimo día desde que dieran el pistoletazo el pasado 3 de mayo. A mediodía, las expectativas se cumplen de sobra en número de visitantes. Los controladores de aforo en el acceso a cada uno de los recintos son el termómetro que lo corroboran. En el número 15 de la calle Julio Romero de Torres, se han superado las 400 personas en solo una hora y media. El patio es de dimensión mediana y la dueña va dejando pasar más gente para aliviar la cola, explica el controlador. Lo normal es que en el primer turno (de 11:00 a 14:00) pasen unas 500 personas. En comparación con el sábado pasado, cuando se recibieron 1.793 visitas, al término de esta jornada se esperan alrededor de los 2.000 personas.

Un hombre mira el mapa de Los Patios Un hombre mira el mapa de Los Patios

Un hombre mira el mapa de Los Patios / Juan Ayala

Siguiendo con la ruta de Judería-San Francisco, una de las paradas obligatorias se hace en Maese Luis, 22, un día después de recibir la Mención de Honor en el Concurso Municipal de Patios de 2022 (galardón más importante y dotado con 4.000 euros de premio). Una vez allí, Luisa García señala que, como es lógico, esperan más visitas de aquellos que quieren visitar el patio ganador de esta edición y recuerda que "hace años se atrasó la fecha de dar los nombres de los premiados para evitar precisamente las aglomeraciones".

En la entrada de Maese Luis, 22 el contador supera las 250 personas a las 12:30 de la mañana y la cola se extiende más de 50 metros. Lo habitual es que se lleguen a las 500 visitas antes de cerrar el primer turno y entre 800 y 900 al final del día. Las previsiones también hacen presagiar cifras récords con un cierre superior a las 1.000. Son datos menores a otros patios no premiados por la razón de que es de menor tamaño y con un aforo de cinco a siete personas en su interior. 

Abanicos y agua en San Basilio

Un metro cuadrado de sombra se cotiza caro en el barrio del Alcázar Viejo. Las colas dibujan formas abstractas intentando evitarse entre ellas en el cruce de la calle San Basilio y Martín de Roa, y se venden más botellas de agua que cervezas en la cochera que abre la hermandad de Pasión. Esas son las dos primeras impresiones que uno encuentra al cruzar la frontera de un minipueblo insertado dentro de la ciudad y que soporta el grueso de la fiesta.

Colas en el cruce de la calle San Basilio y Martín de Roa. Colas en el cruce de la calle San Basilio y Martín de Roa.

Colas en el cruce de la calle San Basilio y Martín de Roa. / Juan Ayala

Para la pareja de amigas madrileñas inmersas en mitad de la vorágine a 15 metros del patio, que se hacen una eternidad "porque la fila no avanza", lo de las colas es algo "insoportable". "Llevamos una hora y media y hemos visto un patio", apuntan mientras les caen gotas de sudor por la frente. En estas condiciones, el starter pack obligatorio se compone de abanico y agua.

Aunque habrá que esperar hasta el final del día para conocer los datos exactos, la media diaria de visitantes en las casas de este barrio se sitúa en las 2.000 personas, más o menos en función de los aforos, y señalan que "ha ganado más presencia el turista joven".

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