Cultura

Mono de pantalla

  • El húngaro Roland Vranik explora las consecuencias de la adicción en 'Transmission', presentada hoy en la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine Europeo

“¿Qué ocurriría si se apagasen todas las pantallas del mundo?”. De esta premisa parte el director húngaro Roland Vranik en Transmission, segunda película presentada hoy en la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine Europeo.

“Sufrimos una pantallamanía que da miedo –considera el director–. Me pregunté qué pasaría si desaparecieran todas. Vi un documental de la BBC sobre un experimento consistente en eliminar todos los componentes tecnológicos y electrodomésticos de una casa. Quitaban el frigorífico, el coche... Pero la mayor tragedia para la familia del documental era que le quitaran la televisión. La madre se volvía loca y el padre se daba a la bebida. Realmente, daba miedo”.

En su ficción, todas las pantallas se apagaron hace meses, no hay ni televisión ni ordenadores, y el síndrome de abstinencia se instala en una sociedad acostumbrada a pasar horas inmersa ante imágenes en movimiento. ¿Cómo sobrevivir al desastre?

“Es una película sobre la adicción y el síndrome de abstinencia. De eso va, de cómo la adicción te mata”, asegura Vranik, quien confiesa haber huido del “cliché apocalíptico” para centrarse en otro tipo de mensaje: “Las pantallas son peligrosas”, afirma.

Tanto es así que el propio hecho que determina la acción, el apagón, no requiere de explicación alguna a lo largo de los 90 minutos de duración del filme. “Se nos ocurrieron muchas ideas respecto a por qué podría pasar algo así –dice en referencia a su compañero en la redacción del guión, András Barta–, pero después de investigar nos dimos cuenta de que ninguna explicación era científicamente plausible. Así que decidimos no explicarlo. Como ya he dicho, no me interesaba el cliché apocalíptico, sino lo que ocurre dentro de la mente adicta cuando las pantallas se apagan”.

Película distante, de premeditada frialdad –“el frío está vinculado al concepto de la adicción”, insiste Vranik–, Transmission transita por escenarios inertes en lo que viene a ser, según explica el realizador, un recurso metafórico. “No quería que las localizaciones fueran relevantes para la historia porque quería que ésta pudiera ocurrir en cualquier lugar. No quería que fuera una película del Este, sino universal”, comenta.

En la recámara, una última e ineludible cuestión, teniendo en cuenta su trabajo como ayudante de dirección de Béla Tarr en Armonías de Werckmeister. ¿Cómo es rodar con el maestro? “Esa pregunta me la hacen constantemente desde hace cinco años –explica con algo de hartazgo–. Trabajar con él es difícil. Te hace experimentar todo tipo de sensaciones: piensas, reflexionas, te entran ganas de darle una paliza... Béla es un maniaco de la imagen y eso, como digo, genera sensaciones confusas, pues cuando tiene una idea no para, no hay obstáculo que lo detenga: puede volver loco al equipo buscando la imagen exacta que tiene en su cabeza”.

Tráiler de Transmission

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